La palabra samurai generalmente se utiliza para designar a los guerreros del
antiguo Japón, aunque su verdadero significado es “el que sirve”. Todo lo
contrario de lo que va significando en España la palabra político: “el que no
sirve”. Los samurais antes de caer
prisioneros o antes de que su nombre se viese de boca en boca y de mano en mano
como “la falsa monea”, se suicidaban haciéndose el hara-kiri. O el mata-hari
como dice mi colega Cipriano alias “trueno gordo”. Se quitaban de en medio ante
la vergüenza de rendirse y caer en una vida de deshonor. O de caer en deshonor
aunque no se rindieran. Como en España. Inasequibles al desaliento la clase política
cae en deshonor sin rendirse, a cada minuto y se regodean de ello. Aquí como el
hijo de la vecina sea muy listo y tenga la suerte de llegar a político, se le
ponen los ojos en blanco y empieza a dar chillidos de euforia como un niño en
una juguetería. Que si comisiones por aquí, que si recalifícame la huerta de papas que
tengo y me la pasas a suelo urbano, que ya te pasaré un pellizco. Para pasar a
la posteridad el político patrio se suele hacer un aeropuerto en su pueblo o
cerca de su casa. En Alemania hay 18 aeropuertos y están el doble de habitantes
que aquí. En España ya vamos por 50. Si hubiera cien provincias habría cien
aeropuertos. Aquí a cabezones y a gilipollas no nos gana nadie. Los mismos que se han dado cuenta de que la
gente con honor se suicidaba y empezaba a salir en la tele porque les
desahuciaban. Han parcheado una ley hipotecaria que no han tenido las agallas
de tocar en más de un siglo, para que familias con hijos no se queden sin casa.
Como diciendo no os suicidéis todavía que no os vamos a quitar vuestra casa. Una
condición de la nueva remodelación de la ley hipotecaria es, entre otras, que
la familia en cuestión debe tener hijos con menos de tres años para que no los
echen a la calle. Si el hijo tiene más de tres años ya son sospechosos de tener
casa propia y son carne de deshaucio.
Parece que un niño con cuatro años es un privilegio que te saca las castañas
del fuego. Pero qué hijos de puta. Qué chapuceros. Esto se va a convertir en un
país sin medias tintas. En un pais con dos clases de personas: las que son
políticas profesionales y las que no. Es triste pero es así.
Todavía me encuentro gente por la calle o por
otros sitios que son trabajadores con más de veinte años de experiencia
ininterrumpida en la empresa privada o en la pública, da igual, que dicen desde
su aurea mediocritas que ellos no
creen en las huelgas generales que bastante tienen con que les quitan la paga
de navidad o que la vida se ha puesto muy mal para que les quiten un día de
sueldo. No saben que son unos privilegiados por tener un trabajo. Un trabajo de
mierda valiosísimo. Una migaja de pan en el suelo. Eso es lo que tienen. Pero
tienen algo. Hemos llegado a tal punto de hipocresía que no sabemos lo que
tenemos hasta que lo perdemos. Por poco que sea. Que le pregunten a los seis
millones de parados o a los que van a los comedores sociales a comer y que hace
unos años ganaban un buen sueldo. Que le pregunten a esos que hace unos años se
reían de los mileuristas y que ahora ojalá fueran mileuristas.
Pobres políticos. Si es que en el fondo
dan pena. Piedad. Les echamos la culpa hasta de la lluvia como los italianos
cuando llueve y dicen entre dientes, mirando al cielo: “porco governo”. Otros políticos
son especialistas en huidas hacia adelante como elefantes en cacharrerías. Destrozan
la sanidad pública y la educación pública cerrando hospitales y mandando
maestros al paro y se envuelven en banderas e ideas nacionalistas para cegar al
pueblo con las luces largas y el altavoz del nacionalismo secesionista en la
oreja, pero en plan utopía, mayo del 68. Olvidan por completo que Cataluña no
sería nada sin los trabajadores NO catalanes que la levantaron en los 60 y en
los 70. Por no mirar un libro de historia catalana con familias reales
catalanas y todo.
Otra
característica de políticos de toda latitud y cuna es que en vez de corazoncito
tienen una cuenta en Suiza. Son más bien ya políticos cinturón negro cuarto
dan, de parlamento autonómico para arriba. La cuenta en Suiza es inherente al
político de primera división. Va con su manual de instrucciones por si algún
día lo empapelan. Hace unos años en China fusilaron a un ministro de sanidad
por corrupción. No abogo por la pena de muerte pero si es que aquí ningún
cabrón se suicida porque le faltan huevos. Mis respetos para la gente con honor
y mi desprecio para los inútiles. ¿Alguien ha dicho Senado?. Ojo que el 90 % de
la calle piensa lo mismo.
Aristóteles
decía que el hombre es un animal político. Sin embargo en los tiempos que nos
ha tocado vivir la frase de Hesíodo es la acertada: El hombre es un animal que
come pan. Y punto. No hay más. Porque cuando falta el pan empiezan a llover las
hostias. Hay días en los que te levantas cabreado y encima llueve. Son días de furia que no salen en los mapas
del hombre del tiempo.
José Miguel Casado ©