viernes, 23 de diciembre de 2011

Paisaje tras la lotería

         Para mitigar el vacío y la desolación que me deja el sorteo de Navidad de la lotería, ya a toro pasado y tras comprobar que la fortuna ha dado la espalda a mis números, pongo en el comprobador de internet el número del gordo y una cantidad jugada. Pongamos por ejemplo sesenta euros y debajo sale: Le han correspondido un millón doscientos mil euros. Lo hago varias veces. Es mano de santo y quieras o no, te relaja un poco y te cura en parte ese hueco y esa cara que se te queda siempre después de perder lo que has jugado y ver que no te ha tocado ni un céntimo. Es como un post operatorio que hay que seguir cuidadosamente. Un año más. No es que sea ludópata pero en Navidad que si un décimo de la prima de Utrera, otro del colegio de los niños, otro del bar y así vas sumando y subiendo y mayor es el batacazo. Creo que influye algo en nuestro cerebro el anuncio hipnótico del hombre calvo de la lotería que va soplando el polvillo de la suerte por donde pisa. Este año el calvo no estaba y salía una fábrica de bolas de lotería. Una fábrica enorme, casi alemana, en tiempos de paro endémico. Son ganas de provocar. No sé. A decir verdad este año no llevaba muchos números porque ni siquiera tengo horno para los bollos del refrán. Hay un cura en un pueblo de Granada donde el año pasado le tocaron cien mil euros. Después del susto inicial, ese ¡ay! que todos daríamos con cien mil euros (y con menos) que nos tocan en un sorteo, el hombre lo está repartiendo todo entre las familias necesitadas del pueblo y apuntándolo todo, cual tendero de ultramarinos, en una entrañable libreta en la que lleva las cuentas de la vieja al dedillo. La verdad es que hoy en dia con la que tenemos encima hay que estar hecho de una pasta muy especial para hacer eso. Hay gente que le pide para comprar comida o para pagar el recibo de la luz o seis mil euros que dio para un niño enfermo. Eso es un cura con dos cojones y consecuente con la teoria y con la práctica no ya de la Iglesia, sino del sentido común. Otros curas, ni en la práctica ni en la teoría. Podían tomar ejemplo desde ellos mismos hasta las imágenes de sus iglesias que algunas parecen raperos poligoneros con la cantidad de oros que les cuelgan. Este año la cantidad que toca en los premios de la loteria de Navidad ha subido. De trescientos mil a cuatrocientos mil euros al décimo por el mismo precio. Qué derroche de generosidad, pensarán algunos, por parte del estado que nos aflige y nos compunge cuando nos aprieta el cinturón casi hasta dividirnos como a células indefensas. Pellizquémonos y despertemos al que se haya quedado dormido por si sueña. Ni que decir tiene que las probabilidades de que el gordo sea nuestro número son mucho menores porque hasta el año pasado se jugaba hasta el número 85.000 y este año se juega hasta el 99.999. Casi nada. Subimos los premios pero ya redondeamos y metemos hasta cien mil bolitas en el bombo. No podía faltar la figura navideña del político al que mientras están juzgando le tocan un huevo de millones. Ya pudiera haber un millón de bolas en el bombo que le toca. Con la crisis que hay, como si dijéramos “con la gripe que hay”, la crisis es ya una cuestión casi de salud pública, la recaudación de las loterias crece exponencialmente. No falla. Cuanto más tiesos estamos, más viciosos nos volvemos. Yo ya no sé qué ritual seguir para que toque algo. Desde disfrazarte con muchas moneditas pequeñas pegadas al cuerpo como algún lumbreras de los que salen en la tele hasta visitar a alguna tribu del Amazonas a que me suelten con una cerbatana, vía nasal un viaje de peyote. Menudo viaje. Hasta el día 22 de diciembre me lo han cambiado. Recuerdo como un ritual antiguo, cuando veía de niño a los niños de San Ildefonso por la tele. Siempre en pijama y sentado bajo las enaguas de la mesa camilla. El colacao, las galletas, el tebeo, etc. En la calle hacía un frío del carajo. El gordo siempre tocaba donde había caído la gota fría ese año. Siempre tocaba en Madrid y en Valencia. Ya ni eso. Ni siquiera hay gota fría. El invierno es ahora un sospechoso calorcillo primaveral raro, raro, raro, como diría papuchi. Antes casi todo venía de Madrid. Los invasores de Marte venían de Madrid, Pixie y Dixie venían de Madrid, hasta los niños venían de Madrid y no de Paris. Mi amigo Paquito Corbalán me decía que todas las tias buenas que salen en la tele, los anuncios y todas las películas sin excepción, venían de Madrid. El gordo o los siguientes premios siguen cayendo en Madrid. O de Madrid para arriba. Está claro, toca donde han hecho el anuncio del calvo de la lotería. O cayendo en lugares donde me veo siempre diciendo desde que era un niño, “joder qué lejos” como Huesca. Y apago la tele.

                                                                   José Miguel Casado ©


domingo, 11 de diciembre de 2011

Cada uno en su sitio

         En un zafarrancho de combate como caso extremo y en las situaciones de emergencia, generalmente para la llegada a buen puerto del desaguisado y del estropicio, es imprescindible que cada persona esté en su puesto a la hora de los tiros. Desde la última rata del barco hasta el capitán. Esto es impepinable. En un país con tradiciones tan ancestrales como la envidia, la chapuza y el bandolerismo público nuestras luchas y batallas no han salido muy airosas a lo largo de la historia. Ni las antiguas ni las modernas. La picaresca, hermana mayor y matriz de todas las costumbres desastrosas es la que ha acrecentado nuestra leyenda. Lo peor es que la leyenda se convierte en tópico y medio mundo nos toma por el pito del sereno. No solo avergonzado estoy, como estado de ánimo en general, de que un miembro de la familia real, cuasi príncipe, esté a punto de ser procesado por evasión de dinero público sino que me sale a borbotones la palabra, tantas veces manida en este tiempo, de la indignación. No es solo por eso sino porque a la casa real se le asignan todos los años casi nueve millones de euros de las arcas del Estado. Por no hablar de la casa de Alba que también recibe tres o cuatro millones al año de subvenciones para mantener una familia y sus fincas. Dinero público para mantenidos. Volviendo al Ken real con la infanta Barbie real. Está en Washington trabajando. Hubo que buscarle un trabajo importante muy bien remunerado a la infanta (ella lleva años allí trabajando) y al ex jugador de balonmano. Expertos financieros ambos. A la hora de hablar de monarquía o república, todavía hay gente que se lleva las manos a la cabeza como si el rey y su casa fueran un dogma de fe indiscutible y la república una idea pintoresca de perro-flautas. La monarquía es un sistema anticuado e injusto. Con la república el pueblo elige al jefe del estado cada equis años, por medio de un referéndum justo y no hay una familia real elegida por la gracia de Dios que está siglos dando la brasa y estrujando las vacas gordas en tiempos de bonanza y las vacas flacas en tiempos de sequía y de crisis. Mientras tanto familias y familias desahuciadas cada día que pasa porque no pueden pagarle al banco y sin un trabajo que llevarse a la cara. La maquinaria del Estado sigue haciendo su trabajo: dar todos los años a la familia real nueve millones de euros de las arcas públicas. Es duro que te partas el pecho por ochocientos euros mensuales, porque el mileurismo ya casi es una quimera y veas en la tele a estos caraduras vitalicios. Otro disparate del despilfarro dinerario es hacer obras que valen varios millones de euros y luego no sirven para nada porque no son viables. Aeropuertos y ciudades dormitorio vacías porque nadie ha comprado ni un ladrillo. Ni el caso sangrante de deportistas de élite que ganan como si les tocara la primitiva todos los meses. La olla a presión se te llena de violencia y como en un videojuego escoges un arma entre veinte y te lanzas a la calle, como Michael Douglas en “Un día de furia” porque estás hasta los huevos. Pero controlas. Un calentón lo tiene cualquiera. En una situación de crisis gorda como la que tenemos es imprescindible que cada uno esté en su sitio. Exigirle al rey y a los políticos que estén ahí cuando tienen que estar debería ser lo obvio. Pero al olmo no le pidas peras.

Hagamos un poco de autocrítica los que no somos ni reyes ni políticos. Por ejemplo que el funcionario no desayune una hora si tiene solo media, que si tienen que echar dos horas más a la semana que las echen, que no se hernian. Hay otros mucho más jodidos que ellos y que cobran mucho menos y a lo mejor no pueden ni quejarse. Que el enfermo no muy enfermo no vaya a urgencias a dar la matraca, que el estudiante sea responsable de estudiar y se dé cuenta del privilegio y la suerte que es tener una escuela pública y los padres y madres que sean responsables de los buenos modales de sus hijos y los profesores se responsabilicen de enseñar. Que jueces que procesan a otro juez que investiga otro “dogma de fe” como el franquismo, no procesen a un juez que quiere saber la verdad. Que esos mismos jueces no absuelvan a los maltratadores. Porque no hay peor ciego que el que no quiere ver. Eso si es un ejercicio de prevaricación y de irresponsabilidad. Por lo tanto, cada uno a lo suyo si queremos salir de la caverna. Porque hasta ahora las ratas del barco son las que han estado en su puesto y el capitán y los oficiales son los que nos han fallado.

                                                                         José Miguel Casado ©

martes, 6 de diciembre de 2011

Gustavo Alcalá-Zamora

“Annorum vinum, socius vetus et vetus aurum”




      Los comienzos nunca fueron fáciles. Corrían los primeros años noventa del siglo pasado cuando Gustavo Alcalá comenzaba en la Facultad de Bellas Artes. Tras alternar los estudios con su labor de bajista en un grupo de rock y con trabajos variopintos, deja la facultad para trabajar a piñón durante otros tantos años. Afortunadamente se dio cuenta a tiempo de su verdadera vocación y actualmente está terminando sus estudios y se va a doctorar en Bellas Artes. Como le gusta decir a él, se cayó del caballo a tiempo como San Pablo y para aguantar el chaparrón infame del paro a la intemperie por lo menos hace lo que realmente le gusta. Crear. Y no le va nada mal. Su trabajo pictórico recuerda, salvando las distancias, al Cézanne que dejó atrás el impresionismo, para desarrollar un estilo pictórico propio, nunca visto hasta entonces. Si el impresionismo fue aire fresco, Cézanne abrió las ventanas a nuevas vanguardias. Creo que es un pionero en su estilo, aunque la palabra pionero suene a osadía impronunciable por muchos cobardes de nuestro tiempo. Decía Karl Heinz Stockhausen que un genio debe demostrar que lo es a través de su obra. Es su obra la que nos dice lo que piensa y lo que opina de la realidad particular que tiene cada genio a su alrededor. Son esos colores sobre las líneas rectas de paisajes urbanos, las que nos hablan de un excelente referente de la pintura del siglo XXI. Ante todo es mi amigo. Uno de los mejores. A destacar son su bondad de madre Teresa de Calcuta y su generosidad infinitas. Es ese Buda sonriente que tenemos que poner en nuestras vidas, que nunca tiene una mala cara por nada y que te alegras cada vez que lo ves. Su fuente inagotable de sabiduría la comparte como el niño que comparte su bocata en el recreo. Sin esperar nada a cambio. Es la hormiga en ese cuento que es atravesar los desiertos áridos de la incomprensión y de los portazos en las narices cuando has llamado a ciertas puertas que creías abiertas. Inasequible al desaliento y poseedor de esa capacidad innata e infinita de aprender y de adquirir conocimientos que tienen los genios. Cuando no está dibujando o pintando está pensando en dibujar o pintar. Su cabeza siempre en ebullición tiene a las musas exhaustas, pero siempre fieles y presentes. Es un cultivador de amigos y un amante de su familia. Su verdadera riqueza es un amigo a su lado junto a un café y una conversación. Es un amante de la vida y del buen rollo. Es la amistad personificada. Republicano reincidente y obstinado como el que más. De casta le viene al galgo con antepasados de apellidos tan ilustres como el suyo en su patria chica Priego de Córdoba (su verdadera patria es el Zaidín) allá por la Segunda República. Y a mucha honra.

La obra de Gustavo Alcalá-Zamora no se podría enmarcar en ninguna corriente pictórica actual. En una sí. En la corriente de la belleza. Es ni más ni menos ese aire fresco salvador para los sentidos y para las retinas, acostumbradas al tedio colorista y kitsch de tantos pintores academicistas y políticamente correctos de nuestro tiempo. Es ante todo, un gran dibujante que sabe lo que hace y lo perfecciona en cada cuadro que termina. Da a luz obras magníficas en las que vislumbramos la máxima expresión del arte y en las que vemos que están hechas con el material del que están hechos los sueños.

                                                                              José Miguel Casado ©

domingo, 27 de noviembre de 2011

Mujer en Afganistán

      Cada vez que leo el periódico me pregunto si estoy leyendo noticias a sabiendas increíbles paridas por los directores y redactores de esos periódicos o puestas adrede ahí para concursar a ver quién cuenta la mentira y la falacia más gorda y atroz. O eso. Paridas simplemente. Pero no. Me doy una vez más de narices contra el muro de metros de espesor de acero y hormigón de la realidad. Cuando lees que una mujer afgana llamada Gulnaz, ha sido condenada a doce años de cárcel tras ser violada por el esposo de su prima. Lees que las leyes afganas consideran la violación como un adulterio, al tratarse de sexo con un hombre casado. Lees que la chica de 19 años deberá casarse con su agresor si quiere ser perdonada y que aceptará para que su hija producto de esa violación pueda seguir teniendo una madre. Lees que el agresor niega haberla violado y ha dicho que la chica será asesinada por su familia por la vergüenza de haber sido violada. El poco cerebro operativo que te queda tras leer esto acaba de cargarse tu lucidez, blasfema, clama venganza y te hace justísimas reivindicaciones. Y lo primero que hacen tus lágrimas es salirse ojos abajo. Hace falta ser hijos de puta. Desde el primero hasta el último. Sistema judicial de ese “país” por llamarlo algo, incluido. Otra chica ha sido abandonada en el desierto después de que su tribu le cortara la nariz porque abandonó a su marido con el que la casaron con 16 años. ¿Contra qué luchan las tropas de tantos países en Afganistán? ¿Contra los talibanes? ¿los jueces también son talibanes? ¿Por qué no evacuan a todas las mujeres y niños de ese país y dejan a los hombres solos?. Ni los rusos antes ni los americanos ahora. Afganistán seguirá siendo la cuna de la barbarie, anclado en la edad media con mentes de la edad media pero con armas modernas. Qué impresionantes logros y avances en materia de derechos humanos ha habido en ese país desde que las tropas occidentales están allí. Ni en la más oscura edad media se vieron tantas barrabasadas y vejaciones como estamos viendo en nuestro tiempo. Ni con los omeyas, ni almohades, ni en el califato de Córdoba en el siglo X y XI por poner uno. Tardé en verlo pero lo ví con la destrucción de los Budas de Bamiyán en el 2001 por parte de los talibanes. Unas estatuas que llevaban ahí desde el siglo V o VI las destruimos en el año 2001. Unas estatuas que han soportado la edad media, han soportado dos guerras mundiales, pero no han soportado el fanatismo en pleno siglo XXI. 1500 años de historia destruidos por razones religiosas. Hace falta tener pocas luces. No encuentro palabras políticamente correctas para definir la sinrazón y la barbarie a la que están sometidas las mujeres en tantos países. Del tercer y del primer mundo. Pero en este caso es tan flagrante, tan adrede y tan lleno de maldad que las cabezas huecas están institucionalizadas hasta en los sistemas judiciales y supongo que nadie puede levantar la voz ni hacer nada. Y no faltará el imbécil abierto de miras que diga que eso es su cultura y hay que respetarlo. Como la ablación del clítoris a niñas de corta edad en algunos países de África. ¿Cómo se puede hacer eso? ¿Cómo es posible que un ser humano haga eso con sus hijas? ¿Qué se le pasa por la cabeza a los que cometen tales crímenes? Por aquí vamos ya con la vergüenza de cincuenta o sesenta mujeres muertas ya a manos de sus parejas. Esto daría para varios artículos extensos. Que nos estamos metiendo en la segunda decena del siglo XXI y mira como estamos de mierda todavía.


                                                                         José Miguel Casado ©

lunes, 14 de noviembre de 2011

Nos vemos en Marte

              Un astrónomo inglés calcula que la probabilidad para que conquistemos otro planeta antes de cargarnos el nuestro es del cincuenta por ciento. El inglés dixit. La historia universal corre paralela a la carrera espacial como una huida hacia adelante permanente. Hacia un progreso inexorable. Es otra batalla que hay que ganar pero que puede durar siglos. No nos queda más remedio después de superar ya los 7.000 millones de terrícolas que rezar para que a algún lumbreras no se le ocurra apretar el botón nuclear y salir pitando no ya a la Luna sino a Marte. Es el planeta más parecido a la Tierra y el más próximo. Antes de destruir la Tierra tenemos que tener resuelta por lo menos la próxima estación en la que bajarnos porque si no, nos vamos todos a hacer puñetas sin escapatoria. El 4 de noviembre pasado, regresaron los seis tripulantes de un vuelo tripulado (simulado) a Marte. Tras abrir la puerta, hablan de su ostracismo voluntario de 520 días. La cosa parece un chiste. Un ruso, un francés, un chino, un italo-colombiano, etc. Los tripulantes estuvieron en la “cabaña marciana” porque era lo más parecido a una casa de madera de Ikea, pero con la puerta y las ventanas cerradas. Aunque estuviesen en el Instituto de Problemas Biomédicos de Moscú. Han señalado que para sobrellevar año y medio encerrados fueron vitales las sesiones regulares de ejercicio, la lectura, aprender idiomas y sobre todo mantenerse ocupados con más de cien experimentos científicos llevados a cabo. El italo-colombiano leyó a García Márquez, el francés tocaba la guitarra eléctrica, jugaba a las cartas y aprendía ruso, mientras el chino hacía caligrafía, leía libros de historia y daba clases de mandarín a sus compañeros. Todo esto con internet, claro. Una especie de “aquí no hay quien viva” pero multicultural. Acabaron hablando una mezcla de ruso e inglés. Rusglés. La verdad es que hay que estar bien preparado física y mentalmente para controlar todo lo que les pasa sin ningún peligro psicológico y sin ningún atisbo de crisis de identidad y roles cambiados. Imaginemos que cuando llegan a Marte o a la Tierra el chino dice ¿yo era el colombiano, el ruso o el padre del ruso? Y el ruso ¿yo era el americano o el francés?.Y así toda la tripulación. Como todos hablan el idioma de todos eso era un sin dios. La freidora con calamares a la romana que se incendia y que lia una humareda enorme ¿qué hacemos Dimitri? ¿abrimos la ventana de la nave?. Hala todo lleno de materia oscura y neutrinos. Con lo que eso mancha. Supongo que para un viaje de dos años de ida y dos de vuelta no comerán comida liofilizada. Por otro lado y sin que sirva de precedente, días después del regreso de los seis héroes, la agencia espacial rusa Roscosmos lanza desde el cosmódromo de Baikonur en Kazajistán, la estación interplanetaria Fobos-Grunt. Se dirige hacia la luna marciana Fobos, pero por el camino, se escacharra. Tras intentar arreglarla a distancia, tenemos que esperar otra vez mirando al cielo como temerosos de una plaga divina a ver si nos cae en la cabeza otra vez, el dichoso ingenio ruso. Así que en diciembre tendremos pedrea de once toneladas de acero y varios productos tóxicos como el tetróxido de nitrógeno. Cuando no es una sonda es una estación espacial entera. Menos mal que siempre cae en el Pacífico. 170 millones de dólares que caen al océano. Lo malo es que no tengamos preparada una nave fiable hasta mediados de siglo y un asteroide nos dé un chinazo antes y nos descalabre a todos. Como si es un pedo nuclear, un desastre natural o un desastre biológico como nuevas cepas de enfermedades. Paisaje para jiñarse vivos. Somos tan fuertes como una hoja seca de árbol. La raza humana es como un niño que deja los deberes para el final. Un día cualquiera de junio del año 2064 hacia las tres menos cuarto de la tarde. Calor que derrite el asfalto de grafeno-antigravedad . Siesta con aire acondicionado de sabores. En el horizonte se ve un destello. El asteroide mortífero toma contacto con la atmósfera terrestre y el astronauta sigue arreglando la nave que nos llevará a Marte. –Manolo date prisa con el cigüeñal, que ya viene el peñasco por el horizonte. Los hermanos Marx en Marte.

                                                                           José Miguel Casado ©





jueves, 10 de noviembre de 2011

Apologías




              Yo no es que sea un experto en arte pero admito que me gusta la pintura. Hay genios como Leonardo Da Vinci que pintando apenas veinte obras, han alcanzado las más altas cotas del arte pictórico en la historia de la humanidad. Y qué decir de museos como el Prado en Madrid, el Hermitage de San Petersburgo o la National Gallery de Londres verdaderos templos universales  de la pintura y que son patrimonio de la humanidad.  Desde Leonardo  ha llovido mucho y han visto la luz genios como Velázquez, Zurbarán, Caravaggio, etc y no sigo porque no soy experto y voy a mezclar churras con meninas (que diría mi amigo Paco) y cada una es de su padre y de su madre y la cosa daría para escribir una wikipedia solo de pintura.  En la vida que podían llevar los genios de la pintura,  por lo visto,  solía ser miserable y atormentada  pero cuando morían, sus cuadros se convertían con el tiempo en joyas de incalculable valor. Caso aparte el de Antonio López que ya ha vendido algún que otro cuadro suyo en vida, bastante caro por cierto y me alegra porque es un pintor como la copa de un pino. Pero ¿quién hace que los cuadros sean joyas de incalculable valor? Sigo viendo el fantasma de la especulación y de los mercados. Hace pocos días se me atragantaron las anchoas en vinagre cuando leí en el periódico que en la sala de subastas Christie´s de Nueva York se pagaron 31´6 millones de euros por un cuadro de Roy Lichtenstein. No es que el alma se me cayera a los pies, es que me sentí indignado (palabra, según Javier Marías, demasiado utilizada ya en los tiempos que corren pero que no se puede dejar de utilizar aunque se quiera) y avergonzado de verdad con la que está cayendo. Pensé que el que compró el cuadro tenía que ser ajusticiado al amanecer. ¿Apología del terrorismo o de la indignación? Sigo pensando lo mismo. Viendo el cuadro ves una viñeta gigante de tebeo. Un hombre mirando por un hueco. Solo eso. Una joya del arte pop, vamos. El experto que dice sobre el autor “…Roy Lichtenstein incorporó la banalidad a sus cuadros…”  Como para ir cargando la recortada. Y piensas ¿pero qué se le pasará por la cabeza a alguien que ve un cuadro y regatea y lo compra por 31´6 millones de euros? Que lamentablemente, se dice pronto. Con esto no quiero dar la impresión de que demonizo a la pintura. Dios me libre. Vivimos en un mundo en el que nos echamos a la cara a cada segundo, datos para echarnos al monte: 1) Directivos que llevan a la ruina bancos y se jubilan con pensiones vitalicias millonarias gracias al dinero público que el Estado les han dado para reflotar esos bancos. 2) Hay en la calle cinco millones de parados indignados que leen periódicos y que pueden reventarles el banquete a los ricos y a los políticos porque la marrana está a punto de explotar de tanto joderla. 3) Hay gente a la que están echando de su casa a la calle con niños pequeños por no poder pagar al banco. 4) Un dato cristalino que clama al cielo: La venta de coches ha bajado en octubre al nivel de 1984 mientras que la venta de coches de lujo se ha disparado un 33% en el mismo mes de octubre. La crisis no solo no nos afecta a todos por igual sino que algunos se benefician a manos llenas de ella. 5) De los 7.000 millones de personas que ya hay en el mundo, se estima que 1.000 millones pasan hambre. Cada año mueren 10,9 millones de niños menores de cinco años en los países en desarrollo. Unas 684.000 muertes de niños podrían prevenirse con un mayor acceso a la vitamina A y al zinc. Cada año un millón de niños muere por falta de vitamina A. ¿Esto es demagogia?. Llegará el día en que atracar bancos no esté tan mal visto. Ya los atracan sus directivos cuando se jubilan y ni dios mueve una pestaña. Es decir que el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Que en el siglo XVIII  ya habrían rodado cabezas de las de verdad por menos. El pueblo está harto de que se rían de él y de que lo engañen como a un niño de teta. Como siga leyendo en los periódicos que algún cuadro de Lichtenstein o de su puta madre vale tanto porque alguien ha pagado eso por él, lea que un banquero en connivencia con los políticos que se lo permiten se ha jubilado con millones de euros vitalicios, lea que el sueldo de un jugador de fútbol o un piloto de fórmula uno sea de un millón al año mínimo,  siga leyendo que la clase política se sigue dando de navajazos por salir de su pueblo e ir al Congreso y al Senado por lo bien que pagan o por ser alcalde de su pueblo por lo mismo y lea que algunos yernos de casas reales se lo llevan calentito, seguiré pensando en que hace falta una revolución con guillotina y me seguiré acordando de la puta que los parió a todos.
                                                                  
                                                       José Miguel Casado ©

jueves, 3 de noviembre de 2011

Pasatiempos

     Desde que recuerdo, empiezo las revistas y los periódicos por el final. Algunas revistas también se empiezan por el centro pero es otra historia. Las razones por las que empiezo los periódicos por la última página son porque el que yo suelo leer tiene la columna del maestro Manuel Alcántara y porque por ahí están las páginas más llevaderas del diario. Las menos importantes pero las más entretenidas. Las menos pesadas y espesas, las carteleras, las de sociedad , viñetas, cultura, necrológicas, anuncios por palabras y sobre todo las de pasatiempos. Aunque también horóscopos. Me alegra que haya alguien fuera de las listas del paro y que se dedique en un periódico, entre otras cosas, a los horóscopos. Eso es suerte. Aunque los horóscopos no son mi fuerte. Con los libros se me va la mano y el ojo a la contraportada pero no paso de ahí. Lo juro. Por no hablar de los trailers de las películas, que más de uno te revienta la película entera en la cara.

Con los pasatiempos tengo una relación rara. De psicoanalista. Siempre me llamó la atención, cerca del fetichismo, los nombres de los dos contendientes de la partida de ajedrez. Incluso las ciudades donde juegan pueden ser tan ilegibles que crees que no has superado la dislexia del instituto. Motilev-Laznicka (Novosibirsk 2011), Glucksberg-Najdorf (Leipzig 1930) o Zuckertort-Blackburne (Omsk 1883). Pareces hablando el de “Posesión infernal”. Nombres como Viswanathan Anand, Krishnan Sasikiran o Chiburdanidze, están en mi pódium olímpico de nombres raros. ¿Se imaginan que algún maestro de ajedrez se hubiera dedicado a torear? Esos carteles memorables con “Chiburdanidze el niño de Novosibirsk” o “Viswanathan Anand el niño de Bangalore” que conforme vas leyendo te pones más nervioso y te empieza el tic en el ojo izquierdo. La gente con cara de judío bíblico al ver que Moisés abría el Mar Rojo por la mitad. Todos tienen mis respetos más sinceros. Honorables maestros de un juego milenario como el ajedrez tienen mi admiración más plena porque es mi juego de cabecera. Sin embargo, no puedo dejar de leer sus nombres. Verdaderos trabalenguas con coche, casa y familia que repito como mantras. En la partida de ajedrez del periódico casi siempre pone: blancas juegan y ganan. Afirmación arriesgada y relativa que independientemente del color de las piezas que ganen, en el papel del periódico es dogma, pero según quien juegue, no. Intento resolver la partida y las blancas juegan pero no hay manera de que ganen. El ajedrez en una sola dimensión me cuesta más. No digamos ya la jerga: 1. d4 Nf6 2. Nc3 Bb4…Bd3 O-O a4 Rfe8… y así hasta infinito.  Las sopas de letras o los autodefinidos son las asignaturas fáciles de los primeros cursos de pasatiempos con los que se empieza. Y son los más populares entre los abueletes observadores y contertulios de los parques. Hay abuelos más frikis que se atreven con los inmisericordes sudokus. Ese producto de alguien, japonés por supuesto, que un día mientras veía en la tele Doraemon, se puso a hacer números en una libreta de cuadritos. Así nació ese ingenio del diablo. Es un mecanismo lleno de engranajes hechos números que tienen que encajar en la casilla correcta como un pastel en un molde, si no es así, no se puede resolver. Es la obra de un relojero, de un verdadero creador. Y engancha.  En los periódicos, los pasatiempos más antiguos y de más solera, que yo recuerde, son los crucigramas. No logro completarlos como me gustaría, leo todas las definiciones porque encuentro verdaderas joyas como “Benefactora de Pinocho”, “Prima del cuervo”, “Anestésico volátil”, “Especie de violonchelo siamés” o “Quiá”. Y te preguntas ¿quién se entretiene en inventar un crucigrama? ¿Tendrá nombre ese oficio? ¿Crucigramero, crucigramista, crucigramador grado 1?, ¿Si en el INEM dices que eres inventor de crucigramas te apuntan o no? Eso tiene que ser para perder la cabeza con lo que cuesta encontrarla.  Los jeroglíficos merecen una tesis doctoral. Son los primos raros de los pasatiempos y ponemos cara de mirar algo que nunca hemos visto o como si observáramos un fenómeno paranormal. Me imagino al hombre que hace los jeroglíficos como alguien que está en su casa en pantuflas y en la mesa camilla, con personalidad tendente a la depresión a la soledad o al ostracismo más absoluto. Fabrica uno al día mínimo. Lo mismo que el dibujante de las siete diferencias. ¿Habrá libros recopilatorios con los dibujos de las siete diferencias de los últimos años?. Sería de lo más kitsch. O como demonios se diga. Eso sí el damero no hay manera de entenderlo por muchas vueltas que le doy y Ernö Rubik era un señor que hizo un pasatiempo cojonudo que no viene en los periódicos pero que tampoco logro terminar nunca. Cubo de tres cuadraditos por lado (3x3x3). Pero hay que comprar el cubo que tiene los cuadraditos pintados porque el que lleva pegatinas, los niños de la casa, las despegan y hacen el cubo en cero coma dos segundos. A no ser que esos niños sean japoneses. También está el V-cube 7. Es un cubo con 7 cuadraditos por lado (7x7x7) que inventó Verdes Panagiotis. ¿Qué podemos esperar de alguien que se llama Verdes?. Lo inventó porque su vida era un infierno.

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                                             José Miguel Casado García ©


sábado, 29 de octubre de 2011

El hombre del cementerio

“No hay medicina para el miedo”


Proverbio escocés



         Yo hace tiempo que vengo por aquí. Me gusta la serenidad que me transmite el cementerio. Me siento en un banco, respiro hondo, cierro los ojos, oigo los pájaros, visito estatuas que me gustan y esos panteones excelsos dignos de cualquier obra de arte de la mismísima Roma eterna. Sin embargo la paz habitual se rompe hoy, primero de noviembre como todos los años. La gente viene en masa al cementerio a visitar a sus seres queridos y a mi no me molesta. En silencio vienen, en silencio limpian, rezan una oración, pasean un rato y en silencio se van. Respeto es lo que siento en un dia como hoy. El guarda del cementerio mirando al suelo preguntó -¿Pero usted viene todos los días no?. Sí. Visito la tumba de mi madre a la que perdí hace muchos años, pero me quedo el tiempo que haga falta porque me gustan sus calles largas y sus avenidas, sus bancos para que la gente se siente y descanse. Sus maravillosas estatuas de ángeles, sus panteones, su atmósfera hospitalaria que me atrae como un caramelo atrae a un niño. La voz del hombre del traje negro era suave y sonaba extraña como si tuviese una ligera disfonía. Las hojas secas del suelo se movían con la brisa y enmarcaban el paseo del hombre del traje negro y del guarda del cementerio en un cuadro de extraña belleza. Mientras los dos hombres hablaban, la tarde caía inexorable en el cementerio el día de todos los Santos. Los dos se perdieron entre la gente. El guarda seguía conversando con el hombre a la vez que pensaba en lo extraño que se le hacía ver a este tipo casi a diario y hoy era el único día que hablaba con él. Precisamente ese uno de noviembre fue el único día que le dirigió la palabra. Lo veía siempre a lo lejos, pero le dejaba en paz y nunca le decía nada porque no hacía nada malo y tenía el respeto y el silencio que hay que tener en un lugar como este. El guarda lo veía como un elemento más del cementerio, como se ve a una estatua o a un ciprés. -Ya ve usted llevo muchos años viniendo por aquí y es el lugar que más me reconforta porque el respeto de la gente no se ve fuera de estos muros y aquí veo sus caras apenadas pero sé que sus corazones no están tristes. Me dan serenidad y siento como propio el amor hacia sus familiares que se fueron. El cielo se nubla y la brisa se hace más pertinaz. -Empieza a hacer frío –dice el guarda- Sí parece que va a refrescar –responde el hombre del traje negro. Las hojas secas volaban y el aire olía a lluvia. Los cipreses se inclinaban venteados al unísono igual que un enorme peine que alisara las nubes. En el cementerio empezaba a oscurecer y los nichos se volvían sombras. Agujeros negros en una pared infinita como un panal gigante de abejas. Las estatuas impasibles ante la gente y el frio. Desnudas para siempre. Mármol sucio de estatuas eternas. Los panteones grises y negros en el ocaso son palacios pequeños en honor a dioses antiguos de carne y hueso pero que solo guardan de esos dioses, huesos. La gente paseaba como a cámara lenta movidos por el compás extraño de una letanía lejana, entre las lápidas de las tumbas más antiguas que había bajo el mismo suelo. Eran las seis de la tarde del día de los Santos y el cementerio ya se iba vaciando porque a nadie le gusta mucho estar ahí cuando cae la noche. La gente que queda en el camposanto empieza nerviosa a mirar su reloj porque a las siete ya es de noche. Les empieza a entrar esa premura incómoda de los hechos ineludibles pero deseables. Ansiedad. Es como un miedo atávico. Un temor antiguo. Un cementerio de noche. El guarda recuerda que lleva trabajando en el cementerio diez años y desde que entró veía todos los días al hombre del traje negro que hoy excepcionalmente conversaba con él y se preguntaba cómo puede a una persona gustarle tanto un lugar como ese para visitarlo todos los días. Recordó que el hombre del traje negro le dijo antes que visitaba la tumba de su madre que murió hace años. El pobre viene todos los días a verla. -Recuerdo cuando usted entró a trabajar-. El guarda lo miró curioso. En ese momento un trueno rajó el cielo sobre sus cabezas. -Y a su antecesor, Santiago, que estuvo otros once años y al antecesor de Santiago, Ezequiel que estuvo otros veinte años y al anterior a Ezequiel…. Un escalofrío que sintió en cada vértebra, recorrió la espalda del guarda como un rayo de tormenta atraviesa un árbol. Recuerdo cuando se inauguró este cementerio todo era tan…diáfano. Había espacio por todos lados y era bastante más triste...El hombre del traje negro hizo una pausa y con voz más grave dijo: …recuerdos. Una ráfaga de viento golpeó a los dos hombres como una onda expansiva. El guarda paralizado por el miedo y desorientado, oyó esas últimas palabras como un eco y sin mirar al hombre del traje negro, buscaba con los ojos muy abiertos dónde estaba la cancela del cementerio para salir como alma que lleva el diablo. Pero no la encontraba. El aire húmedo movía los cipreses y las hojas secas del suelo. Las estatuas ofrecían ese cuadro negro que les da la noche nublada y el sonido del viento. Las tinieblas cubren el cementerio. Es la noche del día uno de noviembre. El guarda temblando, miró en todas direcciones pero no encontró al hombre del traje negro. Su desesperación palpitaba en sus sienes. Se había quedado solo y vacio. Igual que si no tuviera sangre. Como un cementerio.

                                             José Miguel Casado ©

sábado, 22 de octubre de 2011

ETA lo deja

          No me gusta mucho escribir sobre política pero ahora lo voy a hacer porque hablar de ETA no es hablar de política. Es hablar de mafia, de delincuencia común y sintiéndolo mucho es hablar de historia. Aunque quieran hacernos ver otra cosa. Algunos dirán que cuando ha pasado el toro es muy fácil torear. Pero a mi nunca me ha gustado torear. ETA ha dicho en su ansiado comunicado que deja de matar. Ya era hora. Sincronización perfecta y calculada tras la puesta en escena de San Sebastián. Cese definitivo han dicho y se han quedado tan panchos esperando los aplausos, para finalizar el teatrico con lo del puño en alto y qué revolucionarios y libertadores somos. Pero de disolución y desarme no queremos hablar. Nada de nada. En la llamada conferencia de San Sebastián han querido que el mundo vea lo que ellos quieren hacernos ver. Han querido equiparar el conflicto vasco al conflicto irlandés y no hay nada más lejos de la realidad. Es bueno conocer algunos apuntes breves de historia. En Irlanda hubo guerras de exterminio desde que los ingleses la invadieron en el siglo XII, en el siglo XIX miles de deportados a las colonias en Norteamérica y Australia, en 1916 insurrección general con fusilados a mansalva, domingos sangrientos en los que soldados mataban manifestantes y niños tirando piedras. En el país vasco no ha habido nada de esto en los cincuenta años que llevan dando la matraca con las bombas y los tiros en la nuca. Por eso el IRA, sin justificarlo en absoluto, era la resistencia y la defensa de una Irlanda católica que se desangraba por culpa de una Inglaterra protestante que la masacraba. Y digo esto porque el factor religioso también influía porque se trataba como perros y se relegaba en ghettos a los católicos y al protestante se le daba trabajo y al católico no. ETA quiere hacer ver al mundo que esto es como Irlanda y ponen en escena el teatro de San Sebastián para que nombres de primeros actores como Kofi Anan o Gerry Adams, que ya podía hacerles ver las distancias con Irlanda, hagan ver al mundo el paralelismo con los irlandeses. Los que han venido a San Sebastián vienen con la casette grabada de que esto ha sido una guerra y queremos firmar la paz. Pero de guerra nada de nada. En el país vasco a un lado de la pistola había un etarra que apretaba el gatillo y al otro lado de la pistola, la cabeza estallando de algún ciudadano de a pie, ya fuera concejal, funcionario o pescadero que pensaban de otra manera a los asesinos. Por no hablar de la represión en las universidades en las que se señalaba con el dedo a los demócratas y por no hablar de la gente que ha tenido que irse de su tierra porque le queman el negocio con el que daba de comer a su familia o le quemaban el coche o le quemaban la vida. Por no hablar de los atentados indiscriminados en los que lo mismo daba que murieran mujeres que niños. Y así siempre. Por eso de guerra nada de nada, repito. Aquí se ha pasado mucho por culpa de los que tenían empuñada la pistola. Aquí se nos quieren poner unas gafas por las que veamos a los etarras como presos políticos en un país opresor en vez de como asesinos, en un país democrático como España en el que están plenamente instalados la libertad de expresión, la libertad de pensamiento y todas las libertades que permite una democracia plena del siglo XXI. Pero no. Las víctimas quieren ser ellos. A cabezas duras no les gana nadie para darle la vuelta a la tortilla estatal como llaman a la tortilla de patatas en algunos sitios del país vasco. ETA y sus adláteres a los que el inefable y tan contrario a la razón humana a veces, Tribunal Constitucional puso en las instituciones están obsesionados con la semántica de las palabras. Para colmo a este lado de la mesa la máxima expresión del teatro de la confusión de las palabras la llevó a cabo Jose María Aznar cuando los calificó de “Movimiento Nacional de Liberación Vasco o MNLV”. Sin comentarios. Dejamos de matar definitivamente pero no nos desarmamos, no condenamos la violencia y no pedimos perdón por las ochocientas y pico víctimas que hemos asesinado en cuarenta años. Los de Bildu ya han preguntado por lo suyo que nosotros ya hemos dejado las pistolas, que hay que hablar de independencia ya. Yo ya no sé con qué nos pueden chantajear ahora pero espero que la policía y la guardia civil sigan haciendo su trabajo como hasta ahora. Rubalcaba no será santo de la devoción de muchos pero como ministro de interior ha sido la bestia negra de ETA. Espero que al gobierno que venga no se le pase por la cabeza ocurrencias como amnistias o paz por territorios. No me atrevería a decir que quieren que paguemos un peaje porque han dejado de matar. Pero no me extrañaría. El pueblo ya ha pagado bastante con su sangre y no va a dar ni un paso más atrás. Nótese que la palabra pueblo es muy socorrida y hasta los asesinos se apoderan de ella. Enhorabuena a los demócratas porque si un asesino dice que deja de matar hay que felicitarse, pero nada más. Y nada menos. Y enhorabuena a nuestros hijos y a nuestros nietos porque no conocerán los tiros en la nuca ni las bombas bajo los coches. Lo malo también es que parece que a algunos de los que se llaman demócratas no les ha sentado bien que el status quo cambie, como si los cambios les dieran pereza. El día a día y la vida siguen. Por lo menos ya no iremos paseando por el casco viejo de San Sebastián o por Bilbao a comernos un pintxo sin temor a que estalle ningún coche bomba o a que a alguien le descerrajen un tiro en la cabeza por ser demócrata o por ser tirano. Me da igual. Espero que en los ayuntamientos en los que gobierna Bildu, dejen de hacerse los oprimidos, dejen de perdonar vidas y se les bajen los humos entre otras cosas porque han sido unos cobardes ya que nunca se han atrevido a llevarle la contraria a ETA esperando y esperando a ver lo que dicen los de la pistola y las bombas sin los cojones de decirles basta ya. En Irlanda el Sinn Fein actuaba sobre el IRA y no al revés. Otra cosa por la que estos tipos de HB o de Bildu no tienen nada que ver con los irlandeses es que éstos últimos por lo menos tienen cojones. Es lo que pienso.

                      José Miguel Casado García ©

sábado, 15 de octubre de 2011

Cansancios

“¿Pagar la cuenta? ¡Qué costumbre tan absurda! “

                                                                  Groucho Marx



     Una de las muchas cosas peregrinas que se me ocurren a lo largo del día, es dividir el cansancio en varios tipos. Habría para hacer alguna tesis pero me limitaré a los que se nos atraviesan con más desconcertante normalidad en nuestra vida y nos hacen sufrir y rompernos la camisa como Camarón.

1. Uno de los más obvios y comunes es el cansancio deportivo que es principalmente físico y que aparece cuando hemos terminado de jugar a futbol-sala, después de una larga caminata o de otro deporte o lo que sea que practiquemos. Los que estamos para el arrastre, nos dura dos días o más con agujetas y dolores incluidos. Cuando estás en medio de la penuria física deportiva te suele asaltar la pregunta ¿Pero qué demonios hago yo aquí?. De tanto movimiento cierto día me dolía mucho la tripa. Fui al médico y resultó que no eran las tripas, eran las agujetas que tenía desde hace cuatro días por culpa de hacer abdominales. Me podía haber dado por zurcir calcetines. Los lunes son muy malos. Otra consecuencia o secuela de la práctica deportiva son los calambres. Estos llegan cuando no se les espera como un familiar molesto o un rayo inmisericorde y fulminante. Es tal su efecto disuasorio que cuando vienen y te pillan a traición por ejemplo en un ascensor, los que van a tu lado se llevan unos sustos de cagarse. La mujer mayor que había a mi lado pegó un respingo y no dijo nada pero se puso una mano en la cara y me miró fijamente hasta que se abrió la puerta del ascensor.

2. Otro tipo de hastío para nuestra carne mortal es el típico cansancio de vivir cuando alguien que quieres se va, cuando llevas mucho tiempo sin encontrar trabajo, cuando estás en un atasco y quieres ir al baño, cuando estás en un atasco y llegas tarde o cuando estás en un atasco y se te para el coche. Este tipo de cansancio está lindando con la depresión y hay que tener cuidado, desgasta mucho al que lo lleva encima y te deja física y mentalmente hecho una piltrafilla.

3. El tercer tipo de cansancio es el síndrome de Supernanny pero que o es muy buena actriz o ya es inmune. El cansancio por culpa de los niños es uno de los estados psicológicos en los que dices, Dios mio ¿me he vuelto sordo, ciego y mudo de repente? ¿será posible que los críos no me entiendan? Hablan un dialecto entre español y escandinavo antiguo pero de tradición oral y sonora muy fuerte y tienes que tener los tímpanos acostumbrados. Pero no te acostumbras. Y la cabeza te revienta. Y ves que Supernanny aguanta y que tu no aguantas. Este cansancio te deja sin fuerzas en brazos y piernas y con migraña.

4. El cansancio al jefe es uno de los más fuertes pero es como una picadura de avispa que te da el subidón muy rápido pero baja rápido. Se manifiesta cuando lo ves por la mañana y luego se te pasa. Puedes tener pesadillas.

5. Uno de los cansancios más habituales y temibles para muchas personas, es el de la cola del supermercado. Suele manifestarse justo antes de que te toque pagar. La mujer que tienes delante termina de poner las salchichas, las berenjenas, los yogures y el tinte color pajizo para el pelo en la cinta transportadora. La broma empieza cuando la mujer sale disparada y se va. Que dice que se le ha olvidado la leche semidesnatada con calcio de Marsella y omega-3 del Caribe y que ahora vuelve. Como diría Miguel Angel Aguilar ¡pero qué broma es esta!. La cola de gente se queda paralizada y con la boca en forma de O mayúscula, mirando a esa mujer que como un Forrest Gump con zapatillas y falda de ama de casa salta obstáculos y corre que se las pela. La cajera masca chicle y mira a la otra cajera con los ojos entornados. Mueve la cabeza negativamente. La mujer que corria como Forrest Gump llega exhausta a Ia caja como si llegara a conquistar Iwo Jima y deja caer los seis litros de leche a plomo. A todo esto hay que sumarle que todavía no ha metido las cosas en el carrito. Porque esa es otra. La buena mujer no quiere bolsas y hay que meter las cosas una por una en el carrito de las narices y en esto la cajera no le ayuda. Se me ocurre echarle una mano porque me parece que estoy viendo un número de Pepe Viyuela. Como haya un problema para pagar me hago el Mata Hari que dice mi amigo Jose Pedro. Paga con tarjeta y parece que hay un problema porque no lee la banda magnética. La gente de la cola está contando chistes. La mujer de marras es trending topic en Twitter. Menos mal que saca otra tarjeta que parece que funciona. Mientras dejo pasar al típico papasfritas de todos los supermercados que compra una sola cosa y te pregunta si le dejas pasar, miro las tuberías que salen de la caja y van hacia arriba y que se llevan los canutos de billetes por algún tipo de brujería que todavía no entiendo. Respiro hondo y trago saliva. Me toca por fin. La situación se ha convertido en algo solemne. ¿Me cambia este billete en euros? Es para sacar un carro. Le pregunta otra mujer viejecita a la cajera justo antes de que me toque.

                                                                   José Miguel Casado ©


martes, 11 de octubre de 2011

Alberto Bracero

           Decía Johannes Brahms que sin la artesanía, la inspiración es una mera caña sacudida por el viento. Alberto Bracero sabe algo de artesanía porque es un artesano. Pero no trabaja el barro. Trabaja la música. De los que no creo que queden porque moldea la música. La modela a su antojo. Sea el tipo de música que sea, porque es multidisciplinar como un hombre del Renacimiento y porque le salen bien todas las músicas. Lo mismo una banda sonora llena de música épica, que una voz especiada con briznas de soul, o sonidos corales o ideas hechas ópera. Poesía sonora. Gran música, en definitiva. Alberto Bracero es un tipo que se puede decir hecho a sí mismo de los pies a su lejana cabeza. Son más de dos metros de tío. Sibarita, gran gourmet, gran viajero, hombre de familia, buen padre y esposo y amigo de sus amigos. Esa calidad humana la extrapola a la calidad de su música con la que nos abraza sincera como un abrazo de amigo y nos deleita. Hecho a sí mismo, no solo en la música, sino en todas las facetas de la vida. Cuando lo conocí, hace casi diez años, estábamos trabajando en una fábrica metalúrgica en turnos de mañana, tarde y noche. Se puede decir que éramos compañeros de trinchera ya que era algo parecido. En aquellos fugaces descansos matutinos con el café de máquina y la torta del panadero, hablábamos de lo humano (el trabajo, el tiempo y la política) y de lo divino (mujeres, recetas de cocina, ordenadores y música). Yo no es que entienda mucho de música pero no hay que entender mucho para que el poco crédito que tengo en criterios musicales se emocione y se llene sin que nada sea capaz de distraerlo ni dispersarlo. Y oyéndolo admiras la música, como se admira un cuadro de Velazquez, o de Goya. Te paras a degustar los matices de cada pieza que como millones de gotas de un atomizador de perfume, se expanden en tu cerebro provocando sensaciones y colores que no conocías. Registros suyos como “The battle of Nihriya” a la altura de bandas sonoras épicas del mejor cine de Hollywood, pasando por la preciosa copla con orquesta fusionada como “Tu luz, mi todo, mi yo” y “Eva y el mar” ambas dedicadas a su esposa Eva, hasta guiños de soul y jazz como “Under the New York Sky”. Todo esto rodeado de diamantes poco conocidos como Paulina Freire con sus letras, Irene Garrido en la voz de la copla o Sofía González cantando soul. La vida nos ha dado caminos diferentes y hace tiempo que no me lo echo a la cara pero espero que siga por muchos años dando luz a sus estupendas composiciones y que tenga suerte y sea más conocido de lo que es, porque se lo merece y tiene bastante más talento y templanza que algunos músicos conocidos. Alberto tiene el don de los genios que como la hormiga de la fábula trabajan sin concesiones al error ni al desaliento, la inspiración lo acompaña siempre. La tiene siempre ahí consigo mismo como si fuera una parte de su cuerpo. Como si fuese su sombra. Alberto Bracero Composer es lo que pone en su página web. Composer no es su segundo apellido. Pero como si lo fuera. Luciano Pavarotti decía que “una vida dedicada a la música, es una vida bellamente empleada y es a eso a lo que he dedicado la mia”. Pues eso.

                                                                   José Miguel Casado García ©


lunes, 3 de octubre de 2011

Pesadilla de otoño

     Cada año pasa lo mismo. Cuando veo que las hojas de los árboles se empiezan a caer, me echo a temblar. Por estas fechas se nos suele estar cayendo el moco por culpa de los cambios de temperatura. Los días empiezan con mañanas frescas y a partir de mediodía calor hasta que oscurece y vuelve el frio. La mala puntería del hombre del tiempo es un factor muy socorrido, aunque sea un cliché y aunque a veces acierte. Hay gente que duerme con la ventana abierta y tapados con la colcha y la sábana hasta la coronilla y se levantan con las tragaderas inflamadas y las amígdalas como huevecillos pertinaces. En el espejo con la boca abierta pensamientos como ¿pero por qué tenemos eso ahí? o como ¿por qué no me las cortaron de pequeño y a mi hermano si? son los más comunes. El entretiempo es lo que tiene. Hay dos entretiempos al año. El que va del invierno a la primavera y el que va del verano al otoño. Este último es el que ahora nos ocupa y entretiene. El otro es otro cantar y si no intenta hablar en abril sin estornudar y tocándote el bigote por si acaso está ahí el moco delator que con la nariz anestesiada no notas si hay algo o no. Entre los mocos, la tos, los estornudos, la bronquitis, la gripe y la indecisión, pagamos como corderos en el matadero. Ese autobús inefable lleno de damas y caballeros que a finales de septiembre parece la pasarela Cibeles en un desfile de Ágata Ruiz de la Prada. No por el colorido sino por los atuendos a que dan lugar las cabezas indecisas del otoño. El que no va en tirantes va enseñando el tatuaje rumbero-tribal-Camela, en zonas que suelen ir tapadas normalmente. Cabalmente. O por arriba descapotables y por abajo ensotanadas y viceversa. Tanto hombres como mujeres. El mayor peligro dentro del autobús es el viejo que estornuda. En cada autobús hay uno. Es como el conductor. Foto interior.

Como no escarmentamos seguimos sacando el coche por la mañana con el bañador, la camiseta y las chanclas del mes de julio. Ese fresquito suave pero traidor como bomba de relojería que te sube por el muslo arriba y arrasa con todo. Esa chaqueta fina que de buena mañana te hace sudar y te la tienes que quitar y miras al cielo con lágrimas en los ojos y preguntas qué me pongo. Hay misterios como la camisa de manga larga con pantalón corto y náuticos sin calcetines o como la chaqueta de chándal con pantalón corto y chanclas. Por qué va la gente así por la calle es un enigma insondable que taladra mi cerebro una y otra vez. Por favor ¿qué pasa con esos rayos fulminantes que caían en tiempos bíblicos? ¿ubi sunt?. El catarro en sus diferentes modalidades sume al que lo lleve contagiado en un estado de semi-inconsciencia o duermevela que se caracteriza por no poder abrir los ojos llorosos más que hasta la mitad, andar casi arrastrando los pies, tos seca, tos con mocos, tos australiana, sorberse los mocos cada treinta y seis segundos, sonarse los mocos cada minuto, no poder sonarse los mocos porque la nariz está entumecida y por sus agujeros no cabe una brizna de oxígeno, una décima o dos de fiebre es el arma devastadora que te deja el cuerpo para echárselo a los buitres. Una basurilla vamos. La desesperación hace que recurramos a inhaladores adictivos, pastillas efervescentes, sobres de polvos con sabor a fanta caducada del 85, jarabes con nombres alquímicos y olor inefable. Sus efectos son tan dispares como ese sueñecillo suave por la autovía conduciendo el coche o el efecto Red-Bull a la hora de acostarse. El médico el noventa y cinco por ciento de las veces te remite a esa panacea de la medicina moderna que es el paracetamol pero que no sirve de mucho. Lo peor de todo, ya lo dije hace un año, es que el maldito resfriado te roba dos de los sentidos más importantes. El olfato y el gusto. Puedes estar comiendo sopa de ajo, de primer plato tres horas seguidas, de segundo, callos con garbanzos y tortilla de patatas de cinco huevos con pimientos y de postre una fuente de arroz con leche. No por gula. Es por ver si se arregla la cosa. Pero nada. No te encabezones que no te vuelven los sabores como los tenías de fábrica. Se te saltan las lágrimas porque te has comido la gloria bendita y no has saboreado nada. Te sientes vacío como una tubería de cobre por la que ya pueden pasar las mejores viandas, los mejores platos con las mejores especias de oriente que seguirás sin sentir nada. Te sabrá todo a agua del grifo. Mocos. Impotencia. Frustración. Decadencia. Pena. Tos.

José Miguel Casado García ©


sábado, 1 de octubre de 2011

Cantamañanas surtidos

“Él puede parecer un idiota y actuar como un idiota. Pero no se deje engañar. Es realmente un idiota”

Groucho Marx

     El mapa del cantamañanismo está muy extendido en nuestro país de herejes y de caganidos. Dentro del autobús nuestro de cada día, podemos detectar no solo a los que están de cuerpo presente sino también los que salen en el periódico o por los auriculares de la radio. Los asientos del autobús se te pueden antojar cómodos. En esto influyen varios factores: el rato que lleves sentado o la duración del trayecto personal e intransferible y el humor que tengas ese día. Algunos días parecemos sardinas en escabeche, incluso con el billete de autobús recién subido de precio y con el calor latente y extendido como la canción “love´s in the air” porque el verano no se termina de ir y el otoño no termina de entrar. Un poquito de compasión. Veo el paisaje y oigo la radio en los auriculares mientras llego a mi destino. Miro a la cara de las personas y hago el ejercicio de imaginar sus vidas. Se me corta la vena de la imaginación cuando veo paradas de autobús con más de cinco personas. Estoy sentado en un asiento del final pegado a una de esas ventanas con esos anuncios que pillan todo el cristal y te dejan frustrado cuando ves la calle a través de una pegatina gigante llena de agujeritos. Qué cosas más modernas. Una mujer joven que lee un libro. Cuando alguien lee un libro en el autobús mi propósito inmediato y meta personal a corto plazo, es averiguar qué libro es. Por encima de metas transcendentales para mi vida como un nuevo trabajo o un trámite importante en una notaría. Es lo que más me importa en ese momento de mi existencia. No pienso en otra cosa que no sea averiguar el nombre del maldito libro que hay a treinta centímetros de mí. Me cueste lo que me cueste, véase triquiñuelas varias como caidas de bolígrafo accidentales o contorsiones de cuello con su correspondiente contractura muscular. Mis ojos se deslizan audaces como un explorador indio por encima de la cabeza de la mujer que lee. De repente chocan con una enorme cornisa. El escote sobresale estilo Anita Ekberg en “La dolce vita” y van a creer que miro el bamboleo y no el libro. Inexorablemente hay que mirar las dos cosas porque las dos están muy juntas y no puedo disociar ya una de otra. Ni cerrando los ojos. Una voz me dice por el pinganillo izquierdo de la radio que el presidente de la Generalidad de Cataluña, Artur Más ha dicho que a los niños andaluces no se les entiende el castellano. Menudo cantamañanas. Pienso. Es lo primero que se me ha ocurrido. Igual que en el juego ese en el que te dicen una palabra y tienes que decir lo primero que te venga a la cabeza. ¿Será posible que este hombre se gaste millones y millones de euros en un proyecto de inmersión lingüística para que los niños aprendan catalán y tenga los hospitales públicos con hora de cierre y la gente enferma tirada por los pasillos? Cierro los ojos, respiro hondo y me masajeo las sienes. Abro los ojos y me fijo en la gente parada en los semáforos. Cada uno va a su puesto de trabajo, supongo. Que ya es suponer. Cada uno encaja en la sociedad como una pieza de un puzzle que encaja a su vez en el engranaje de un motor que hace funcionar un país. Se me va un poco la olla con estas cosas. La gente sigue en el semáforo. Cuando una situación me gusta o una persona o una calle, la imagino desde puntos de vista diferentes. Desde una vista cenital a muchos metros de altura van y vienen como hormigas con piloto automático, desconocidas, extrañas, mudas, formando el fluido sanguíneo por las venas que son las calles. Menudo animal la ciudad.

El conductor del autobús sonríe. Tiene una esposa joven y guapa y una hija pequeña. Trabaja más de lo que le gustaría y en la empresa están de huelgas y luchas sindicales por las horas extras y los sueldos. Mientras conduce se está comiendo el bocadillo con la seguridad que le da esa mampara en la que está metido. La radio vuelve a evadirme de la realidad. Me vuelve a elevar a un estado tántrico cercano a la levitación porque el presidente de la CEOE ha dicho que a los niños hay que explicarles lo que es una empresa y un empresario desde la guardería. Otro auténtico profesional del canto mañanero. Hace falta tener el diploma de inepto cum laude del año, para decir gilipolleces tan profesionales y tan redondas. Y se queda con esa textura de cara que tiene, tipo piedra del acueducto de Segovia. Por favor que alguien le dé un sartenazo. Vuelvo a mi lucha por ver el libro que lee la mujer del escote pronunciado pero nada. Solo veo ese horizonte redondo como el sistema binario de soles en el planeta de Star Wars. Mi vista de francotirador me hace fijarme que hay dos mujeres viejas discutiendo por el precio de las tortas de la Virgen si en un sitio o en otro. –Pues no las compres ahí Antonia porque tienen mucho pan y apenas le echan cabello de ángel. Gritando como soldados en una trinchera. Por el rabillo del ojo veo un hombre octogenario peinarse una cabellera inexistente y meterse el peine en el bolsillo. Por fin veo que la chica del libro al pasar una hoja me deja ver su título. Se titula Física de lo imposible del japonés Michio Kaku. Ahora lo comprendo todo. La ley de la gravedad y todo eso. Incansable, la radio me sigue recordando el país en el que vivo. Emilio Botín, presidente del banco más poderoso de España ha dicho que el grifo de los créditos a las pymes no se abrirá hasta 2014. El cantamañanas número tres del día, dixit. Mi pregunta es la siguiente ¿Y si ahora el estado le quitara los miles de millones que les dio a los bancos como inyección para afrontar la crisis? Pues que al payaso de la corbata roja y la cara aceitunada, se le atragantaría el café. Al llegar a mi parada me bajo detrás de un hombre con un maletín. Veo a la gente pasear en todas direcciones rítmicamente y en paquetes individuales. Es decir nadie habla con nadie. Esto parece Matrix. El pinganillo izquierdo, el único que llevo puesto, me da el cuarto puesto de cantamañanas del día: Un juez de Granada ha embargado al empresario Ruiz Mateos 2.0, la friolera de seiscientos dieciocho millones de euros para sanear la empresa Dhul. Este hombre aunque siguiera teniendo hijos hasta el 2016 seguiría igual de mal asesorado y lo malo es que todos son clones de sí mismo. Dios mío váyase a la gestoría de la esquina que seguro que lo hacen mejor que ese despliegue de “singers of the morning” con traje, que tiene a su alrededor. Seguro que tiene un sueño cíclico estilo Luther King para montar otro tinglado que quiebre en el 2040. Señores un poquito de instinto migratorio y aléjense todo lo que puedan de la gente normal que trabaja o que está parada honradamente. En fin, que en el país de los cantamañanas los niños estudiarán empresariales y derecho como titulación doble en las guarderías y hablaremos catalán en la intimidad y el banco más poderoso estará bajo los colchones de las camas y las recortadas de sus propietarios. Y así sucesivamente.



José Miguel Casado García ©





sábado, 24 de septiembre de 2011

R.E.M.

Malas noticias. REM se separan tras treinta y un años de carrera. El final del camino. Tuve que leer la noticia dos veces porque no me lo creí a la primera. La banda de Michael Stipe dice adiós así de buenas a primeras. Nos han pillado a todos sin afeitar y despeinados. REM se van con todo ese equipaje de buena música y de buen rollo que han tenido siempre. Con todo lo que nos han regalado no podemos, no solo estar agradecidos sino preguntarles ¿por qué?. Stipe ha dicho que “la habilidad para asistir a una fiesta consiste en saber cuando retirarse”. Viendo como otros artistas se arrastran por los escenarios con la cara y el cuerpo llenos de costuras de operaciones estéticas la verdad es que se merecen todos mis respetos. Hasta aquí hemos llegado. Parece que de mutuo acuerdo, sin malos rollos, nada de peleas ni darse de guitarrazos por la espalda. Han agradecido a los fans de corazón su entrega en esos treinta años de vida. Eso les honra. La historia de la música está de luto. Una de las mejores bandas de rock se va. Nunca fueron pretenciosos, ni se les subió el éxito a la cabeza ni se les fue la olla como a otros. Siempre han sabido estar a las duras y a las maduras en el lugar que les corresponde y con los pies en el suelo. Cuando alguien que quieres mucho se va para siempre, al principio no te lo crees, pero cuando pasa el tiempo, en el corazón aparece ese vacío insondable. Ese espacio-tiempo, es la estructura, el esqueleto de ese vacio que está ahí para quedarse y que alguien puede llenar otra vez. O no. Quince álbumes en treinta años. No está mal la media. Acostumbrados a artistas que como Miguel Ríos y sin quitarle ni un ápice de mérito, lleva ya la friolera de cuarenta mil quinientos veintisiete, (40.527), conciertos de despedida. Que se dice pronto. Michael Stipe, Mike Mills y Peter Buck han hecho temblar de emoción, llorar, reir, a millones de seguidores en todo el mundo. Y otros tantos millones que se han quedado con las ganas de verlos todavía en directo. Solo “Losing my Religion” vale una carrera, o “Everybody hurts”, o “Man on the Moon”, o “Crush with eyeliner”, o tantas y tantas poesías hechas música que sin esa mezcla perfecta de talentos que desde 1980, han estado en el sitio adecuado, en el momento justo y sin que los egos choquen. Respeto es la palabra. Por eso han sido únicos. Por eso han hecho historia y por eso se han parado como un tren cuando llega al tope del final de la via. Porque no hay más via, ni más camino. Porque han tocado techo. Porque por encima del cielo no hay nada. Solo vacío.


José Miguel Casado García ©

 

lunes, 19 de septiembre de 2011

Clases medias

     Miserias humanas de ayer y de hoy, presenta…Así más o menos sería el encabezamiento de la dosis mediática política que nos zampamos cada media hora por tierra, mar y aire. Tenemos una clase dominante que visto lo visto, los cuadros de Goya se pueden quedar como un tebeo de la familia Cebolleta. Los dos hombres enterrados hasta las rodillas dándose garrotazos. ¿Serían de clase media?. La clase dominante es lo que es. A la clase dirigente le embriaga de tal manera el poder, que pierden el oremus en cuanto ven un micrófono y se tiran en picado, como un kamikaze japonés en Pearl Harbour, para decir soplapolleces y cosas cercanas a la pena de guillotina. Los antiguos griegos los llamaban “Aristoi” traducido como “los mejores”. Si levantaran la cabeza los antiguos griegos y vieran los aristoi que tenemos en España. Inciso: mientras los antiguos griegos no vean la clase dominante que tienen hoy en día en Grecia, mejor. Resulta que el gobierno aprueba una ley de patrimonio en la que los que tengan más de setecientos mil euros deben tributar más a hacienda. A raíz de esto la tele es un festival de desatinos y cuadraturas de círculo variadas en formas y tamaños. El presidente de los empresarios madrileños Arturo Fernandez, es un señor que dice que esa ley es una faena a las clases medias, que un trabajador como él que lleva toda la vida en el tajo puede tener ahorrados esos setecientos mil euros y tiene que pagar un impuesto a todas luces injusto. Palabras textuales. Los ojos se me salen de las órbitas y de las gafas. Las rodillas me tiemblan como una vieja tahúr de 85 años pillada haciendo trampas en una timba ilegal. Hace falta tener la cara como el cemento armado para, además de los euros, apropiarse del término clase media como una rémora a un tiburón y decir que una vez más las clases medias somos las que pagamos la crisis. ¿Clase media es tener setecientos mil euros ahorrados además de una cuenta corriente para los gastos del la compra?. La presidenta de Castilla-León dice que una vez más las clases medias “somos” las que pagamos la crisis. Lo de “somos” lo dice ganando más de cuarenta millones de las antiguas pesetas al año. ¿Se puede tener de nuevo la cara más dura que el Cristo de Corcovado igual que en el caso anterior?. Por lo menos Emilio Botín, presidente del Banco de Santander, ha dicho un lacónico “no me gusta” al ser preguntado por esta ley. No se ha metido en jardines. El apropiamiento indebido del término “clase media” por parte de los poderosos es algo escandaloso. Es un robo en toda regla. Es un robo que alguien con más de setecientos mil euros de patrimonio se considere dentro de la clase media. Punto. Va a resultar que ese término es más extenso que el “término municipal” de Groenlandia y como hay mucho espacio, pues cabemos todos. ¿Saben los ricos el trabajo que cuesta pasar de clase baja a clase media? ¿Saben que desgraciadamente todavía hay clases y que siempre las habrá? Parece que no. Al contrario de lo que crean hay diferencias entre una y otra. La ley de patrimonio es una ley que servirá para recaudar más de mil millones de euros que a lo mejor sirven para subvencionar empresas para que den empleo, para comprar libros o para hacer escuelas. Menudo despliegue de demagogia esta ley ¿no?. Lo malo es que lo van a recaudar las autonomías. Es decir la que quiera lo hará y la que no quiera pues no lo hará. No entiendo nada. No quiero soltar la presa sin apuntar el caso del director del aeropuerto de Castellón. El pobre hombre gana más de ochenta mil euros al año (más que el presidente del Gobierno). Hasta aquí todo hasta cierto punto normal. Con la única salvedad de que es director de un aeropuerto en el que no aterriza ni despega ningún avión. Una obra que los Aristoi de Castellón (como el inefable Fabra) se empeñaron en dejar para la posteridad como guinda a una gestión brillante, con un gasto de muchos millones de euros, lo que pasa que no tiene aviones y a lo mejor es inviable. Pero este hombre sigue con sus ochenta mil euros al año dirigiendo un aeropuerto sin aviones y sin salir, según el ránking de los ricos, del modesto club de la clase media española. Ahora tenemos a huevo ver lo que ganan las Leires Pajines, los Rajoys (por cierto gana más que Zapatero), las Cospedales y los Bonos, entre otras hierbas, con la acertada medida de hacer público el patrimonio de diputados y senadores. Lástima que no tengamos claro lo que ganan algunos consejeros delegados, que tienen un extraño don para atraer hacia sí a las grandes empresas y que tienen varios cargos a la vez. Véase Aznar, etc. En fin, que el apropiamiento indebido del término “clase media” por parte de los ricos es un robo de cartera y con la dichosa crisis a la verdadera clase media trabajadora de toda la vida, es a la que nos están poniendo el ojete como la bandera de Japón.



                                                                                                            José Miguel Casado García ©






sábado, 17 de septiembre de 2011

Paul Prinkle y el caos

     Paul Prinkle trabajaba en una aseguradora en la planta veintidos de la torre norte del World Trade Center. El once de septiembre del 2001 el despertador sonó a las mismas 7 en punto de todas las mañanas. En su cabeza saltó el piloto automático de todos los dias y se duchó y se preparó el café y tostadas. Era su olor favorito. El olor del café por la mañana y el de su novia Claudia. Paul no disfruta con su trabajo como agente de seguros porque no le gusta pero está ahorrando para casarse con Claudia. Vive en Brooklyn en un apartamento alquilado, tiene pocos amigos y coge el metro para ir a su trabajo. La línea 1 del metro pasa justo bajo la torre en la que trabaja. Va a Central Park a la pista del lago Reservoir tres veces por semana a hacer footing y a oxigenarse. En el parque se sienta en el césped cuando acaba de correr y se llena los pulmones del aire verde con olor a tierra mojada, a hierba y a árboles tan escaso en las ciudades. Nueva York tiene esa vacuna contra la mierda en el aire que respiran sus habitantes que se llama Central Park. Cuando está boca arriba tumbado en la hierba su cerebro es un campo diáfano de pensamientos diferentes e infinitos como las gotas que salen de un pulverizador de agua y que al final se traducen en comederos de coco sobre su propia vida. Mira las nubes y piensa para qué trabaja, hacia dónde va y un millón de preguntas metafísicas que siempre le asaltan con el bajón del descanso tras una sesión de footing. Una caricia de aire le trae un olor a barbacoa cercana. Carne churrascada, piensa. Joder qué hambre, cuando hace ejercicio se pasa el día entero con hambre aunque coma. Cuando corre cae en una especie de nirvana. Una vez que coge el ritmo solo se concentra en correr. El hombre desaparece y se diluye en respiración y piernas, respiración y piernas y así hasta el infinito. Tumbado en el césped cierra los ojos y ve a Claudia, ve la ciudad desde la azotea del Empire State, ve la ciudad como la ve desde su trabajo en la planta veintidós de una de las torres gemelas. Paul es de Nueva Jersey más tranquila (no mucho más) que Nueva York, pero la aseguradora para la que trabaja lo destinó allí. Una brizna de hierba le da en la cara y lo despierta de sus pensamientos. Hace un poco de viento y ve las nubes cercanas. Ve una muchacha corriendo en pantalón corto –vaya piernas y vaya pulmones- piensa. La chica se para junto al lago para hacer estiramientos. En un banco hay un hombre mirando los patos del lago y otro hombre más alejado, con vestimenta color verde oliva y mochila, apunta algo en un cuaderno y observa las aves con prismáticos. Central Park está lleno de ornitólogos. Paul gira la cabeza de repente. A unos metros de él hay un vagabundo que habla solo en voz alta sentado en un banco. A lo lejos ve la silueta del castillo Belvedere el mismo que aparecía en Barrio Sésamo cada vez que salía el conde Draco. Recuerda su infancia como una isla lejana llena de niebla. Borrosa. Una vieja acuarela.

     La sensación de hambre no le deja en paz. Paul toma la salida este del parque y en la quinta avenida se toma un perrito caliente y una cerveza fría. Su vida es un poco caótica y le da igual venir de correr y estar vestido de atleta olímpico. Si le apetece algo se lo toma. Joder así nunca podré correr otra vez la maratón de Nueva York. Paul se quedó en el puesto trescientos y pico en la maratón del 99 y quiere volver a intentarlo pero no sabe cuando. Por lo menos la terminé –piensa. Mientras come, le viene a la cabeza su madre que es la persona a la que más quiere en el mundo después de su novia Claudia. Su madre era enfermera en el hospital St. Vincent. Va a verla una vez por semana. Vive en un pequeño apartamento en Queens. Todavia puede valerse por si misma. Paul se dice todos los días que ojalá dure muchos años. En el parque huele a otoño aunque todavía falte más de un mes. Adora el olor a tierra húmeda y a hierba. Y los colores ocres del otoño. Y la luz del otoño. Pero todavía faltaban muchos días para que hiciera frío y para el cambio de estación.

     El día del atentado al World Trade Center, Paul Prinkle estaba en la máquina del café, en la planta veintidós. Era un día caluroso. Cuando se estrelló el primer avión la torre se tambaleó y tembló bajo sus pies. Y todo el mundo se puso a correr escaleras abajo. Era la torre norte. Una ola de aire y escombros lo transportó como un papel en el aire sobre el pavimento. No podía respirar. Y un olor a carne quemada, ceniza y polvo lo cubría todo. Recuerda que corría y corría. Todo se volvió gris. Estaba dentro de un infierno gris. Dentro de una fotografía en blanco y negro de la que no podía salir. Paul fue rescatado entre los escombros y fue trasladado al hospital St. Vincent en el que estuvo tres meses. Acaba de despertar en la cama de su madre el mismo dia 11 de septiembre del 2011 después de un coma de diez años. Mientras, su madre y su novia Claudia lloran y se abrazan en la habitación contigua transformadas en dos ancianas estropeadas por el sufrimiento y por el paso del tiempo. Tienen arrugas que antes no tenían y la cabeza llena de canas. En el cerebro de Paul sigue ese olor a barbacoa que olió en Central Park hace diez años, recuerda un olor a ceniza lejano y la imagen de la chica haciendo footing. Y el culo de la chica. Le viene, como cuando viene la arcada amarga del vómito, la imagen de una televisión que ha estado apagada durante diez años y que no sabe nada de lo que ha pasado.



José Miguel Casado García ©

http://youtu.be/tijW_SrCoxs

sábado, 27 de agosto de 2011

Revueltas en Inglaterra

Todo comenzó con la muerte de un joven tiroteado por la policía. A partir de aquí la locura cabalgó a sus anchas y se desbocó, como un caballo salvaje, comenzando por el barrio londinense de Tottenham y extendiéndose a Enfield alejado bastantes kilómetros del primero. En esto las redes sociales han jugado un papel fundamental, una mecha a la que ha bastado una chispa para incendiarse. Ciudades como Manchester o Gloucester también han tenido disturbios. Jóvenes y no tan jóvenes tomaron las calles durante varias noches seguidas, quemando lo que encontraban a su paso con nocturnidad y alevosía. Hay que distinguir que el fenómeno de la indignación en Inglaterra no es igual que en el resto de Europa o por lo menos como en España. Y digo fenómeno porque es la novedad. Es la palabra de moda que todo el mundo utiliza pero muy pocos saben para qué sirve. Con la indignación en Inglaterra pasa algo parecido a lo de conducir por la izquierda y el volante del coche en la derecha. Que lo entienden de manera diferente, que van a su bola. Los jóvenes ingleses indignados por la muerte de Mark Duggan (así se llamaba el joven que murió a manos de la policía), se dedican a quemar coches y a saquear tiendas en busca de I-pads, videoconsolas, televisiones planas, equipos de música, ropa de marca, etc. En principio los episodios violentos recordaron a los de las afueras de París de hace unos años como consecuencia de la progresiva creación de ghettos raciales. Pero no. Se han convertido en episodios de soldadesca. En Inglaterra se han juntado los factores raciales y sociales, pero a medida que avanzaba el tiempo los factores raciales se han diluido en el gusto por los I-pads gratis ya que son una tentación para todo el que no tiene dos dedos de frente ni de vergüenza. Sea de la raza que sea. Las imágenes en las que se roba a un herido o las de los tres jóvenes atropellados por proteger sus negocios han dado la vuelta al mundo y el mundo no tarda ni dos segundos en calificar a los ladrones como perros. A David Cameron le pilla todo como al que le dan una colleja y no se la espera. Se le queda la misma cara y tarda en reaccionar. Cuando reacciona, apaga las revueltas con mano dura y con penas ejemplares para los ladrones. Sin embargo Scotland Yard se cabrea con el primer ministro por decir este que la policía ha tardado demasiado en reaccionar. Otro motivo por el que la policía está cabreada con Cameron es porque se ha buscado un asesor de seguridad americano. Pues nada que apagado el incendio ahora los juzgados trabajan hasta de noche por la gran cantidad de detenidos y están empezando a repartir unas penas que se van a acordar del día que les apeteció aquella videoconsola gratis enseñando la indignación como un salvoconducto para robar y arrasar. O algo peor. Sigo pensando que el problema de muchas sociedades está en la educación que le damos a nuestros hijos. Sigo pensando que si esa educación no es desde el respeto, el equilibrio y la igualdad entre todas las capas sociales no estamos haciendo nada. Si se crean ghettos de resentimiento, marginación y prejuicios raciales, se crean ejércitos de hooligans y se queman ciudades. Sigo pensando que falta mucha escuela. Soy un antiguo.

 
                                                                                                              José Miguel Casado García ©

viernes, 12 de agosto de 2011

Totus Tuus again

En Madrid hay también árboles que se aguantan a pleno sol para dar sombra como aquí. Compasión y respeto. La ciudad se vacía los veranos porque sus habitantes se han convertido en veraneantes. Como un acto mecánico, se quitan el mono de trabajo y se ponen el disfraz de veraneante. Eso significa que se van todos a la playa en masa o en una serpiente multicolor por la autovía de Andalucía o de Valencia. Cuando vuelven, o los que no se han ido, se encuentran unos artilugios surrealistas hechos de madera por las plazas y por los parques. ¿Publicidad? ¿naves alienígenas?. Los degenerados al ver ahí gente haciendo cola y la primera persona de la fila de rodillas creen que son “glory holes” y alguno ya lo ha probado pero se han llevado un chasco cuando la señora o el caballero arrodillado ha salido corriendo. Y un cura que parece que también estaba dentro. Y un húsar, que diría un amigo mio. Parece que son confesionarios. Miles de confesionarios portátiles, con una forma imposible, como salida de un cuadro de Miró o de una resaca de cerveza tras la siesta. Están distribuidas por todas las plazas y los parques de Madrid como cagadas de paloma. Parece que están ahí con motivo de la visita de susan Benedicto 16 a las Jornadas Mundiales de la Juventud Cristiana. Menuda idea ¿no? Como la del presidente de la conferencia episcopal que va a perdonar la excomunión a las mujeres que se han arrepentido de abortar. Las de estas dos últimas legislaturas, claro, porque con Aznar no abortó nadie. La Iglesia y sus lumbreras. España, ese faro de occidente, tiene la iglesia más ultra, carca y más extrema de toda Europa. La visita del Papa ha creado mucho trabajo. El trabajo de un carpintero de Ávila que se ha forrao haciendo confesionarios.

Parece que miles de mozos y mozas de todo el mundo vienen a ver y a jalear al Papa. No, no son los Rollings, es el Papa, ese ídolo secular de la juventud del mundo. Habrá otros que lo jaleen con dos o tres grados menos de fuerza dentro de la escala del jaleo y del jolgorio pero parece que por unanimidad ninguno tiene otra cosa mejor que hacer que esto. Bueno en honor a la verdad no vienen de todo el mundo. De Somalia no pueden venir porque se están muriendo de hambre y de moscas y allí los jóvenes, ni siquiera pueden llegar a la pubertad. Pero mueren el minuto que los vemos en el telediario. Y ojos que no ven… A la verdad la llaman demagogia. Una vez más el gobierno de España o el de la comunidad de Madrid o el gobierno de donde sea, se va a gastar millones de euros con la que está cayendo en preparar la visita del santo padre. Si es que parece que esto es imprescindible. En pleno siglo XXI parece que traiga una bula bajo el brazo o en un pen-drive para cada uno de los que van a verlo y que los va a salvar del infierno. Creo que esos millones de euros pueden servir para muchas cosas más provechosas como comida, agua potable y medicinas. Pues nada guitarras y banderitas y todos a cantar. En Somalia seguirán esperando y muriendo de esperar y de hambre. Sin más dios que un trozo de pan o un puñado de arroz. Parece que una vez más se pasan por el arco del triunfo lo de que este es un país aconfesional y a la primera de cambio que alguna asociación laica se quiere manifestar, les deniegan el permiso de manifestarse y los tachan de perros flautas. Es para indignarse más todavía de lo que ya estamos pero con una indignación , palabra que afortunadamente nos hemos aprendido y que forma parte del vocabulario hasta del más ágrafo y que algunos eruditos snobs se creen los propietarios de ella, digo que una indignación activa ante esta falta de escrúpulos para gastar dinero público con cinco millones de parados, cientos de deshaucios diarios y bancos más ricos y gente más pobre, etc, etc. Menuda pyme se han montado con el pesebre. Al final el Papa siempre dice lo mismo, que hagáis el bien (¿habrá otro hombre en el mundo que lance más obviedades?) que lleguéis célibes al matrimonio tocándoos lo menos posible, que no os divorciéis, que no abortéis, que no useis condón porque os contagiareis el sida y porque matais a los pobres espermatozoides que no tienen culpa de nada, etc. Pues eso que Somalia se muere de hambre y que a la verdad la llaman demagogia.





                                                                                                              José Miguel Casado García ©