domingo, 11 de diciembre de 2011

Cada uno en su sitio

         En un zafarrancho de combate como caso extremo y en las situaciones de emergencia, generalmente para la llegada a buen puerto del desaguisado y del estropicio, es imprescindible que cada persona esté en su puesto a la hora de los tiros. Desde la última rata del barco hasta el capitán. Esto es impepinable. En un país con tradiciones tan ancestrales como la envidia, la chapuza y el bandolerismo público nuestras luchas y batallas no han salido muy airosas a lo largo de la historia. Ni las antiguas ni las modernas. La picaresca, hermana mayor y matriz de todas las costumbres desastrosas es la que ha acrecentado nuestra leyenda. Lo peor es que la leyenda se convierte en tópico y medio mundo nos toma por el pito del sereno. No solo avergonzado estoy, como estado de ánimo en general, de que un miembro de la familia real, cuasi príncipe, esté a punto de ser procesado por evasión de dinero público sino que me sale a borbotones la palabra, tantas veces manida en este tiempo, de la indignación. No es solo por eso sino porque a la casa real se le asignan todos los años casi nueve millones de euros de las arcas del Estado. Por no hablar de la casa de Alba que también recibe tres o cuatro millones al año de subvenciones para mantener una familia y sus fincas. Dinero público para mantenidos. Volviendo al Ken real con la infanta Barbie real. Está en Washington trabajando. Hubo que buscarle un trabajo importante muy bien remunerado a la infanta (ella lleva años allí trabajando) y al ex jugador de balonmano. Expertos financieros ambos. A la hora de hablar de monarquía o república, todavía hay gente que se lleva las manos a la cabeza como si el rey y su casa fueran un dogma de fe indiscutible y la república una idea pintoresca de perro-flautas. La monarquía es un sistema anticuado e injusto. Con la república el pueblo elige al jefe del estado cada equis años, por medio de un referéndum justo y no hay una familia real elegida por la gracia de Dios que está siglos dando la brasa y estrujando las vacas gordas en tiempos de bonanza y las vacas flacas en tiempos de sequía y de crisis. Mientras tanto familias y familias desahuciadas cada día que pasa porque no pueden pagarle al banco y sin un trabajo que llevarse a la cara. La maquinaria del Estado sigue haciendo su trabajo: dar todos los años a la familia real nueve millones de euros de las arcas públicas. Es duro que te partas el pecho por ochocientos euros mensuales, porque el mileurismo ya casi es una quimera y veas en la tele a estos caraduras vitalicios. Otro disparate del despilfarro dinerario es hacer obras que valen varios millones de euros y luego no sirven para nada porque no son viables. Aeropuertos y ciudades dormitorio vacías porque nadie ha comprado ni un ladrillo. Ni el caso sangrante de deportistas de élite que ganan como si les tocara la primitiva todos los meses. La olla a presión se te llena de violencia y como en un videojuego escoges un arma entre veinte y te lanzas a la calle, como Michael Douglas en “Un día de furia” porque estás hasta los huevos. Pero controlas. Un calentón lo tiene cualquiera. En una situación de crisis gorda como la que tenemos es imprescindible que cada uno esté en su sitio. Exigirle al rey y a los políticos que estén ahí cuando tienen que estar debería ser lo obvio. Pero al olmo no le pidas peras.

Hagamos un poco de autocrítica los que no somos ni reyes ni políticos. Por ejemplo que el funcionario no desayune una hora si tiene solo media, que si tienen que echar dos horas más a la semana que las echen, que no se hernian. Hay otros mucho más jodidos que ellos y que cobran mucho menos y a lo mejor no pueden ni quejarse. Que el enfermo no muy enfermo no vaya a urgencias a dar la matraca, que el estudiante sea responsable de estudiar y se dé cuenta del privilegio y la suerte que es tener una escuela pública y los padres y madres que sean responsables de los buenos modales de sus hijos y los profesores se responsabilicen de enseñar. Que jueces que procesan a otro juez que investiga otro “dogma de fe” como el franquismo, no procesen a un juez que quiere saber la verdad. Que esos mismos jueces no absuelvan a los maltratadores. Porque no hay peor ciego que el que no quiere ver. Eso si es un ejercicio de prevaricación y de irresponsabilidad. Por lo tanto, cada uno a lo suyo si queremos salir de la caverna. Porque hasta ahora las ratas del barco son las que han estado en su puesto y el capitán y los oficiales son los que nos han fallado.

                                                                         José Miguel Casado ©

3 comentarios:

  1. Aquí sigo en mi sitio... presente. Tercera república ya.

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  2. la república os hará libres
    gracias chicos por vuestros comentarios

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  3. Ciertamente, cada uno en su sitio y un juez prevaricador, si finalmente es condenado por el Supremo, pues fuera de la judicatura.

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