En la maltrecha cosa que tenemos por país,
nos estrellamos cada vez que viene el recibo de la luz, el recibo del agua,
cada vez que vamos al cine, cada vez que compramos un libro o cada vez que
viene esa sentencia a muerte que es la letra de la hipoteca. Será un via crucis
cada vez que nuestros niños pasen de curso, cada vez que nos examinemos 50.000
para una plaza de enterrador, cada vez que aprendamos una lección nueva, cada
vez que vayamos a pagar las tasas de la universidad o cuando terminemos la
carrera y nos pongamos a buscar trabajo desnudos. Ni hablar ya de los que
empiezan a buscar curro a los dieciocho. Cada vez que un partido diferente al
anterior gana unas elecciones generales coge a la educación y la manosea y la
soba como quiere, abusa de ella como le da la gana y se la pasa por la piedra a
su antojo, inoculándole sus virus, su historia, sus colores y sus reyes
favoritos. Y cuando gana el otro pasa lo mismo. No les sale a ninguno de los
huevos llegar a un acuerdo de estado (no tengo ganas de poner estado con
mayúscula) y concebir una educación
consensuada y lozana que dure por lo menos dos lustros. No les entra en la
cabeza a estos políticos ricachones, gilipollas y cobardes como pocos en la
historia de España y que veo como aquel Fernando VII que vendía España a los
franceses y que tenía al pueblo pasando hambre como ahora. Hoy hay que bajarse
los pantalones ante “la troika” y la jefa alemana de ese centro comercial que
se llama Europa.
En
el mercadillo del congreso se venden presupuestos sociales “los más sociales de
la historia” ministro Montero dixit. Cifras como más de 350.000 familias
deshauciadas desde que empezó la crisis. Jueces que ya por fín le llaman la
atención a los bancos. Pero solo eso, les llaman la atención. Cifras como seis
millones de parados pero vistas con optimismo porque es una cifra que crece muy
lenta gracias a la recuperación económica. Con el optimismo de unas ministras
que a final de cada mes les dan un cheque con casi diez mil euros por lo bien
que lo hacen. Cifras como las que un diputado con cerebro de rata le ha exigido
al ministro: 16.000 millones de euros con cargo al dinero de todos los
españoles para financiar la independencia de Cataluña. Ve a tirarte
urgentemente por una ventana so payaso. O esas “personas humanas” eurodiputadas
españolas que firman una carta para exigirle a su gobierno español que no tenga
la tentación de invadir Cataluña con tanques y aviones. Dimite la pava como
secretaria general de los socialistas “españoles” pero se queda con el cargo de
eurodiputada rasa para cobrar los siete
mil eurillos de sueldo al mes y que no se le acabe el chollo. Más payasos para el circo de los políticos.
El Senado y el Parlamento europeo son el refugio de todos los inútiles acabados
de la política española y que ya han pasado por el Congreso y tienen que seguir
mamando de la teta de esa vaca moribunda que se llama España, mientras más de
un millón de familias tienen a todos sus miembros en paro y la gente se suicida
porque el banco les quita la casa. Años de aplazamiento para grandes bancos en
quiebra que junto a sus directivos roban miles de millones euros, mientras que
para el pueblo una llamada telefónica un día antes para que dejes tu casa porque
mañana van a ir a quitártela por deber 60.000 euros. El otro día vi por
casualidad un billete de mil duros y me entró una morriña tan tremenda que se
me saltaron hasta las lágrimas. Lo comparé con un billete de cincuenta euros y
fue como comparar a un cuadro de Velázquez con un cromo. En eso que mi amigo
Juan me dijo observando los dos billetes: Joder macho qué elegancia, que porte,
qué hechuras, parece un título de propiedad al lado de un tebeo de la familia
Cebolleta. Confucio decía que aprender sin reflexionar es malgastar energía. Me
viene a la mente ese 2 de mayo de 1808 de un pueblo indignado machacando con
navajas y palos a unos franceses armados hasta los dientes. No es lo mismo. No
comparemos, son casos diferentes con dos siglos de diferencia, pero cuando a la
gente le quitan todo lo que tiene, ya no tiene miedo porque no tiene nada que
perder. Así que el que avisa no es traidor. Un respeto para el pueblo por si
acaso.
José Miguel Casado ©