El ex-papa Benedicto XVI, en su afán de
protagonismo dogmático se acostumbró a que la gente se creyera al dedillo todo
lo que decía. Aparte de que en el portal
de Belén no había ni mula ni buey, dijo también que los reyes magos no eran de
oriente, sino de occidente. Del tope del occidente que se conocía hace dos mil
años. De la mismísima Bética o de Tarsis en Huelva. Lo dijo en su último o
penúltimo best-seller. Me imagino a esos tres hombres no cualificados, el día
que les tocó hacer el viaje a Belén. Porque antes de irse estaban en el paro.
¿Que no?.
Año 0. Sevilla 8:45 de la mañana. Hola
¿cómo os llamais?, yo me llamo Melchor. Yo soy Gaspar y yo Baltasar. Tu no eres
de aquí. No. Soy inmigrante subsahariano de Senegal. Pues yo soy del mismo Cai,
del barrio de la Viña. Y yo de Dos Hermanas, dice Gaspar mirando el vestíbulo
de una empresa multinacional donde les han citado en Sevilla. Por la megafonía
se oye una voz femenina: Señores Melchor, Gaspar y Baltasar vayan a la oficina
1, les está esperando el señor, Zanchez. Hola buenas que nos han dicho en la
ETT que viniéramos aquí porque este trabajo está muy bien pagao. El señor Zanchez, con Z, lleva veinte años en
Gobierno Divino S.A. acaba de escribir algo en un pergamino con una pluma de
ganso y raudo y veloz se lo ha llevado un mensajero de la agencia de mensajería
Seur Tartessos. Les hemos citado aquí, dice el señor Zanchez con Z, para que
realicen un trabajo en el extranjero muy bien pagado por cierto. ¿En Germania?
Dice Melchor alarmado, porque mi cuñao se ha tirao allí seis meses y se ha
tenío que venir más pronto que deprisa porque ya está todo mu trillao. No
caballeros, dice Zanchez con Z. En Palestina, pero no se asusten que está muy
bien pagao y por la seguridad no se preocupen tampoco. Por mí vale, dice
Baltasar, yo estoy ya harto del top manta y de vender paquetes de pañuelos a
los carruajes de los caminos. Por mi también vale, dice Gaspar, yo llevo tres
años en el paro y con tres churumbeles, así que pisha, dónde hay que firmar.
Melchor los mira con los ojos muy abiertos y dice: donde hay dos carajotes
puede haber tres asin que vamos ande sea. El señor Zanchez con Z, pasa a
explicarles la operación. Ni que decir tiene o por si no lo saben que nuestra
empresa trabaja para el Gobierno y lo representamos allí donde haga falta.
Ustedes representarán a los reyes de Tartessos, ante la imposibilidad de que
viajen ellos en persona por razones de Estado. Les explico. José es un jubilado
de nuestra empresa que nos ha hecho durante más de treinta años todos los
trabajos de carpintería, entre ellos el harén de Tarsis es obra suya. Ahora se
jubila, y queremos hacerle un regalo por el nacimiento de su hijo y por su
jubilación. José vive en Palestina,
donde teneis que ir. Los tres candidatos se miran con sorpresa. Ya he hablao yo
con Adecco y se os pagará un 50% ahora y el otro 50% a la vuelta. Teneis todo
tipo de apoyo logístico y de personal para tan largo viaje. Los regalos que
teneis que llevar son tres cofres con oro, incienso y mirra. Otra cosa. A José
le gusta el ilusionismo así que también le vais a llevar un juego de magia
Borrás, pero antes de dárselo le haréis dos o tres trucos para impresionarlo.
Nuestro monitor de magia les enseñarán los trucos. Si hacen bien este trabajo,
después pasarán a fijos discontínuos con nosotros. Buena suerte caballeros.
Gracias señor Zanchez.
Una vez en camino, Melchor Expósito,
soltero, 45 años del barrio de la Viña de Cádiz, Gaspar Cogolludo, de Dos
Hermanas, 39 años, casado y con tres hijos y Baltasar N´Dour 35 años casado y
con un hijo en Dakar, Senegal, salen de Sevilla con una comitiva de diez mulas
y tres camellos. Los acompañan una patrulla de lanceros tartessos hasta la
desembocadura del Guadalquivir donde embarcarán en una trirreme que los llevará
hasta el puerto de Tiro en Fenicia. Seguirán ruta hasta Nazaret en Galilea
donde se supone que vive el tal José. Luego se llevarán la sorpresa de que la
familia no está allí y tendrán que buscarlos si quieren cobrar, aunque sea por
medio de una ETT. Ya dentro del barco
los tres compadres y todo el séquito se acomodan como pueden. Entre tanto
remero y tanto animal aquello parece el arca de Noé. Me pellizco y no me lo
creo quillo, dice Melchor, yo estoy aquí porque no encuentro na de na. Ni de
pintor de cariátides joé. Lo que pasa es que el bicho este del barco me marea
un poco. No preocuparte, dice Baltasar, yo vine en patera y ya acostumbrado.
Melchor está ensimismado como soñando despierto. Lavin pisha que braguetaso
hemos dao. Cuatrosientos sincuenta sestersios ahora y otros cuatrosientos
sincuenta cuando vengamos. Cazi ná al aparato. Eso si espero estar de vuelta
para antes del carnaval quillo. Mi amigo Nicolás también lo llamaron de otra
ETT para trabajar en algo parecido. Repartir también mogollón de regalos y eso.
Algo parecido a lo nuestro solo que él tenía que hacer el trabajo solo, con un
disfraz rojo y en turno de noche. Tenía que ir solo y además estaba gordo como
una camella preñada, no sé cómo pudo terminar el trabajo.
Nazaret, 11:35 de la mañana. La caravana
llega a la ciudad un poco azorados y polvorientos por el viaje desde tierras
tan lejanas. Un día normal en una ciudad con mercado y gente que va arriba y
abajo. Le preguntan estérilmente a un hombre con turbante que les contesta si
quieren una alfombra de Mesopotamia buena, bonita y barata insistentemente como
unas veinticinco veces. Gaspar lo mira y le dice que es más pesao que un
acreedor argentino. Después le preguntan a una mujer que vendía licor de coco
¿José el carpintero? Sí, ahí al lado está su carpintería pero salió hace unos
días hacia Judea, con su esposa embarazada, iban en una burra. En la
carpintería cerrada a cal y canto había un letrero de “Se alquila este local”.
Era una construcción de adobe no muy grande, de unos cien metros cuadrados
rodeado de casitas bajas y alguna que otra palmera. Los tres reyes magos se
miran con los ojos muy abiertos ¿qué hacemos quillo?, dice Gaspar. Yo que zé
qué vamos a hacer habrá que zeguir pa donde zea zi no ya zabeis ustedes.
Baltasar dice que ese sitio le recuerda un poco a su tierra pero que él quiere
seguir hasta encontrar a José y entregarle su regalo de jubilación. En eso que
Melchor le sigue dando vueltas a que este José tiene que ser algo más que
carpintero porque la que han liao para entregar un regalo de jubilación no es
normal. Que con un reloj de oro enviado por Speed Tartessos hubiera bastao.
Pero tenemos que ir tres tios como tres castillos a entregar tres cofrecitos
con oro, incienso y mirra. No lo veo normal. ¿Quillo para qué querrán el
incienso y la mirra? Pues pa qué va a ser, porque por aquí no escasea y es pa
echárselo a los guisos. Pero si no es por José. Es para que veais el poder que
tiene una multinacional, dice Melchor con cara de admiración.
Tres días de camino y tres tormentas de
arena después salen de Betania y se dirigen a Belén, la última ciudad antes de
entrar en el desierto de Judea. ¿Estais seguros que estamos en el buen camino?.
Según el guía Barrabás están en el camino correcto. La noche cae sobre la
comitiva de los tres reyes. En el cielo estrellado aparece un resplandor
inesperado. Una luz que raya el cielo lentamente y que poco a poco les hace
mirar hacia arriba y seguir su rastro. Qué es eso, qué es eso, grita Baltasar
desesperado y con los ojos muy abiertos. Joer pisha no me acordaba, dice
Gaspar. Baltasar está mirando el cielo asustado como si hubiera visto al
mismísimo demonio. Eso es el cometa Halley, prosigue Gaspar. Me lo dijo mi
Manolito que le gusta la astronomía y le hemos comprao un telescopio. Sin darse
cuenta entran en Belén que es una pequeña aldea, y ven una fogata bajo un
dintel rocoso, cerca hay dos mulas y dos bueyes descansando en el suelo. Allí preguntan a un hombre de unos cuarenta
años con barba canosa y túnica marrón. Me llamo José hijo de Jacob. Carpintero
de profesión. Bieeeeeeeeeen. Todos estallaron al encontrar a José. Venimos en
representación de los reyes Tartessos y de la empresa Gobierno Divino S.A.
¿Gobierno Divino S.A.? pero si yo trabajé en esa empresa más de treinta años.
Les hice el harén de Tarsis entre otras cosas.
Nos han mandado para hacerle unos regalos por su jubilación y por el
nacimiento de su hijo, dice Melchor mientras mezcla una baraja de cartas. Elija
una carta José, que le voy a hacer un truco de magia. Detrás de Melchor está
Gaspar ensayando otro truco de magia con Baltasar, pero maldicen la hora en que
aprendieron a hacer trucos de magia porque no les sale ni uno. Después de la
magia se acercan a ver a una mujer que había unos metros detrás. María, la
mujer de José, de unos veinte años, guapísima y con el pelo rubio oculto tras
un turbante azul, estaba sentada con un bebé en sus brazos. Menuda gachí dice
Baltasar por lo bajini. ¿Cómo se llama el niño? -Vanessa. Melchor, Gaspar y
Baltasar se miran y se cuestionan si se habrán equivocado, se cuestionan si el
viaje habrá servido para algo y sobre todo si les pagarán los cuatrocientos
cincuenta sestercios que les deben. ¿Seguro que se llama Vanessa?. Pero si nos
dijeron que iba a ser niño. Y a nosotros, pero se ve que no tenemos esos
adelantos todavía, dice la mujer resignada. ¿Ahora como busco yo al ángel que
nos dijo que iba a ser niño y que le pusiéramos por nombre Jesús?, porque si me
lo echo a la cara le meto dos guantás que se acuerda de mí. Con el montón de
ropica de niño que tenemos ya comprá. Un par de pastores que pasan por ahí
miran la escena mientras llevan el rebaño al establo y muy educados dicen
buenas noches.
José Miguel Casado