jueves, 3 de noviembre de 2011

Pasatiempos

     Desde que recuerdo, empiezo las revistas y los periódicos por el final. Algunas revistas también se empiezan por el centro pero es otra historia. Las razones por las que empiezo los periódicos por la última página son porque el que yo suelo leer tiene la columna del maestro Manuel Alcántara y porque por ahí están las páginas más llevaderas del diario. Las menos importantes pero las más entretenidas. Las menos pesadas y espesas, las carteleras, las de sociedad , viñetas, cultura, necrológicas, anuncios por palabras y sobre todo las de pasatiempos. Aunque también horóscopos. Me alegra que haya alguien fuera de las listas del paro y que se dedique en un periódico, entre otras cosas, a los horóscopos. Eso es suerte. Aunque los horóscopos no son mi fuerte. Con los libros se me va la mano y el ojo a la contraportada pero no paso de ahí. Lo juro. Por no hablar de los trailers de las películas, que más de uno te revienta la película entera en la cara.

Con los pasatiempos tengo una relación rara. De psicoanalista. Siempre me llamó la atención, cerca del fetichismo, los nombres de los dos contendientes de la partida de ajedrez. Incluso las ciudades donde juegan pueden ser tan ilegibles que crees que no has superado la dislexia del instituto. Motilev-Laznicka (Novosibirsk 2011), Glucksberg-Najdorf (Leipzig 1930) o Zuckertort-Blackburne (Omsk 1883). Pareces hablando el de “Posesión infernal”. Nombres como Viswanathan Anand, Krishnan Sasikiran o Chiburdanidze, están en mi pódium olímpico de nombres raros. ¿Se imaginan que algún maestro de ajedrez se hubiera dedicado a torear? Esos carteles memorables con “Chiburdanidze el niño de Novosibirsk” o “Viswanathan Anand el niño de Bangalore” que conforme vas leyendo te pones más nervioso y te empieza el tic en el ojo izquierdo. La gente con cara de judío bíblico al ver que Moisés abría el Mar Rojo por la mitad. Todos tienen mis respetos más sinceros. Honorables maestros de un juego milenario como el ajedrez tienen mi admiración más plena porque es mi juego de cabecera. Sin embargo, no puedo dejar de leer sus nombres. Verdaderos trabalenguas con coche, casa y familia que repito como mantras. En la partida de ajedrez del periódico casi siempre pone: blancas juegan y ganan. Afirmación arriesgada y relativa que independientemente del color de las piezas que ganen, en el papel del periódico es dogma, pero según quien juegue, no. Intento resolver la partida y las blancas juegan pero no hay manera de que ganen. El ajedrez en una sola dimensión me cuesta más. No digamos ya la jerga: 1. d4 Nf6 2. Nc3 Bb4…Bd3 O-O a4 Rfe8… y así hasta infinito.  Las sopas de letras o los autodefinidos son las asignaturas fáciles de los primeros cursos de pasatiempos con los que se empieza. Y son los más populares entre los abueletes observadores y contertulios de los parques. Hay abuelos más frikis que se atreven con los inmisericordes sudokus. Ese producto de alguien, japonés por supuesto, que un día mientras veía en la tele Doraemon, se puso a hacer números en una libreta de cuadritos. Así nació ese ingenio del diablo. Es un mecanismo lleno de engranajes hechos números que tienen que encajar en la casilla correcta como un pastel en un molde, si no es así, no se puede resolver. Es la obra de un relojero, de un verdadero creador. Y engancha.  En los periódicos, los pasatiempos más antiguos y de más solera, que yo recuerde, son los crucigramas. No logro completarlos como me gustaría, leo todas las definiciones porque encuentro verdaderas joyas como “Benefactora de Pinocho”, “Prima del cuervo”, “Anestésico volátil”, “Especie de violonchelo siamés” o “Quiá”. Y te preguntas ¿quién se entretiene en inventar un crucigrama? ¿Tendrá nombre ese oficio? ¿Crucigramero, crucigramista, crucigramador grado 1?, ¿Si en el INEM dices que eres inventor de crucigramas te apuntan o no? Eso tiene que ser para perder la cabeza con lo que cuesta encontrarla.  Los jeroglíficos merecen una tesis doctoral. Son los primos raros de los pasatiempos y ponemos cara de mirar algo que nunca hemos visto o como si observáramos un fenómeno paranormal. Me imagino al hombre que hace los jeroglíficos como alguien que está en su casa en pantuflas y en la mesa camilla, con personalidad tendente a la depresión a la soledad o al ostracismo más absoluto. Fabrica uno al día mínimo. Lo mismo que el dibujante de las siete diferencias. ¿Habrá libros recopilatorios con los dibujos de las siete diferencias de los últimos años?. Sería de lo más kitsch. O como demonios se diga. Eso sí el damero no hay manera de entenderlo por muchas vueltas que le doy y Ernö Rubik era un señor que hizo un pasatiempo cojonudo que no viene en los periódicos pero que tampoco logro terminar nunca. Cubo de tres cuadraditos por lado (3x3x3). Pero hay que comprar el cubo que tiene los cuadraditos pintados porque el que lleva pegatinas, los niños de la casa, las despegan y hacen el cubo en cero coma dos segundos. A no ser que esos niños sean japoneses. También está el V-cube 7. Es un cubo con 7 cuadraditos por lado (7x7x7) que inventó Verdes Panagiotis. ¿Qué podemos esperar de alguien que se llama Verdes?. Lo inventó porque su vida era un infierno.

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                                             José Miguel Casado García ©


3 comentarios:

  1. bufff....yo no salgo de la sopa de letras y el autodefinido..es mas siempre resuelvo, lo primero, los 7 errores y con eso me doy con un canto en los dientes jejejjeeje...Ajedrez...ese extraño desconocido...

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  2. Lo estaba esperando, sabes que yo soy maníaco del sudoku y del maestro Alcántara, pero tú sigue con este pasatiempo que nunca el tiempo es perdido sino ganado. Por cierto, el viejo capitán de Flandes te está esperando, ya se te hace tarde...

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  3. Ufff...me quedo con los juegos de mesa como el parchís o la Oca. Debo reconocer que soy mala perdedora y si me pongo hacer filigranas con las adivinanzas puedo pillar un rebote que me dure todo el día. Me quedo con la lectura de un libro y una buena música que me acompañe ;)
    Intuición.-

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