sábado, 30 de abril de 2011

El maravilloso mundo del lenguaje

Decía Wittgenstein que los límites del lenguaje son los límites del mundo. Del mundo de cada uno, se entiende. A algunas personas les cuesta un trabajo titánico hablar hasta su propio idioma. Su mundo es un pañuelo, así que cuando lo intentan con otra lengua que no es la suya, tenemos una peli de Peter Sellers. No ya esa gente, gurús del surrealismo, que iba a Texas y hablaba spanglish o catalán en su casa a la hora de comer. Hay gente que sufre transformaciones gemelares como Woody Allen en su película Zelig que si estaba junto a un rabino se transformaba en rabino. Hablaba como él, vestía como él y pensaba como él, por arte de birlibirloque y por simpatía. Los desastres lingüísticos que vivimos a lo largo de nuestra corta existencia han sido de carne de psicoanalista. No obstante, el factor geográfico influye mucho ya que por el sur no se habla igual que por el centro o por el norte. Preguntas como ¿dónde está la cámara oculta? son frecuentes. Dentro del muestrario de prodigios encontramos a mi amigo Juan, por ejemplo, que son más de cien kilos de rudo soldador de barriles de cerveza. Cierto día hablando con dos jefazos de la fábrica, se confió, se embaló y se estrelló. De sus labios, rubíes, salió para hacerse el culto, la coletilla “…a su libre almendrío”. Los jefes se miraron. Se señalaron sus propios ojos con los dedos índice y corazón para señalar seguidamente los ojos del amigo Juan. Y se fueron. No te perderemos de vista Juan. Lo juramos.

Ese jefe que cuando se aplasta el dedo con un martillo dice eso de “son gases del oficio”, o el hombre-bricolaje casero buscando una tuerca en una gran caja de tuercas y diciendo, casi inaudible, como un mantra “cada cosilla pa su cosilla”.

Otra joya pagana de las letras españolas, en este caso inglesas, es mi amigo Julián. No hay nada peor que alguien que cree que sabe inglés. Aunque todos hemos tarareado canciones que nos gustan y hemos cantado ai guachinoou, alguna vez. Nadie es perfecto. A algunos políticos les pasa. Pues nada que dice mi colega que estaba viendo por la tele la boda del príncipe Guillermo de Inglaterra y su novia Catalina, sin parpadear. Seguía el acontecimiento moviendo los labios como una persona mayor que oye nuestra historia y se mete en ella tanto que se asustan con nuestros movimientos y suben las cejas mucho con los cambios súbitos del cuento que están oyendo.

En esto que abre mucho los ojos espantado cuando oye al cura que casa a los novios aquello de “…in the name of the Father…” y cuando llegó al Espíritu Santo oyó “the Holy Ghost “. Abrió mucho los ojos y su inglés con catorce palabras del profesor Maurer, se vino abajo. Un momento tío. Ha dicho “sagrado fantasma” lo he oído. Holy Ghost. Tenía que haber dicho Spirit Saint, no?. Pues no. Parece ser que Espíritu Santo en inglés, se dice Sagrado Fantasma. Los ingleses son así, y si no acuérdate de lo del volante del coche a la derecha y lo de conducir por la izquierda. Y Julián se cayó del caballo y vió la luz. Tambaleándose apagó la tele y miró el horizonte a través de la ventana. Cerró los ojos y respiró. Por otro lado tenemos el lenguaje de los gestos. En algunos pueblos hay gente que cuando se cruza por la calle, se saluda levantando al unísono las cejas y haciendo un ruido ininteligible y grave tipo eeeh o aah, este último sonido es una evolución increíble de la palabra hola, todo ello precedido a veces de un chasquido. Por lo general no hay que esforzarse mucho para así crear un protocolo de urbanidad en el que los saludos no lleguen ni a monosílabos. Con el paso del tiempo algunas palabras o expresiones como “es su padre cagao”, para decir que un hijo es exactamente igual que su padre, “mititilla” unidad de medida indefinida pero casi siempre muy pequeña o “lo mimmitico” que significa lo mismo, han causado estragos en mi hemisferio izquierdo.

También está la figura del coche con megafonía y con tantas versiones como personas. Una muestra es ese Renault 12 ranchera empapelado de publicidad que después de invitarte a ir al fútbol y animarte a pasar un domingo soleado viendo un buen partido, todo esto en castellano perfecto, al final dice “…ven al fúrbool”. La figura del chatarrero o el pescadero que te recuerda a Ozores en el Un, Dos, Tres, o al mismísimo Fraga porque no entiendes nada en absoluto y porque todo son stroncios, placurales y labrapurcios, ha hecho mucho daño. Solo se entiende vamo muhere (vamos mujeres). La denostada figura del tapicero que despierta sueños trasnochados en días de fiesta, es la cúspide de una fatídica pirámide de furgonetas tuneadas con llantas de aleación y megafonía. Puede que exista un CD plantilla para todos los tapiceros de España o el tío tiene furgonetas en todos los pueblos o directamente hay que pensar ya en el don de la ubicuidad o la teletransportación tipo Star Trek. Todos los tapiceros suenan igual. La misma voz femenina diciendo que ha llegado a esta ciudad el tapicero. En tu cama desvelado te acuerdas del tapicero y de toda su familia cuando dice que su especialidad son las discotecas. A otras personas les da por tararear una cancioncilla ad aeternum, cuando no están hablando ni haciendo nada. Para ellos el silencio no existe. Creo que la vida familiar de estas personas y el equilibrio psicológico de los que están a su alrededor, se puede resentir. Cuando van al servicio oyes la cancioncilla, cuando fuman, oyes la cancioncilla, cuando están con la boca cerrada, oyes la maldita cancioncilla. Analizando con atención este fenómeno llego a la conclusión de que es una reminiscencia de la infancia. De ese ruido que traen algunos niños incorporado que cuando paran de jugar se les oye un zumbido de abejas o imitando el motor de una moto o como sorbiendo sopa, según que casos. La vida de esos niños tiene un ruido de fondo hasta que son viejos. Es el ruido de un microondas en medio de un paseo dominical. Es una letanía que taladra lo más profundo de tu cerebro.


                                                                                                              José Miguel Casado ©

2 comentarios:

  1. ajjajaja...me encanto lo del tapicero jejejeje es mas cierto que to las cosas.Yo en ocasiones lo imito a viva voz jajajjaaj un dia te hare la demostracion...

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